—Cariño,
despierta —me decía suavemente al oído. Después del polvo nos
habíamos quedado dormidos—. He quedado con las chicas a las nueve
para ir a cenar y después a la disco.
—Vale
—respondí desperezándome.
Nos
vestimos y la llevé a su casa, a unos diez minutos en coche de la
mía. Por el camino no hablamos, cada uno iba sumido en sus
pensamientos.
—Disfruta
esta noche —le dije al llegar al destino.
—Cariño,
te quiero por encima de todas las cosas. Te amo. Si quieres puedo
cancelarlo y me quedo contigo.
—Cada
día que pasa te quiero más —le conteste sonriéndole con amor—.
Disfruta esta noche.
La
observé caminar hacia su casa después de darle un beso de despedida
y pensaba que prácticamente la había empujado a volver a acostarse
con su ex. Era una locura. Pero inevitablemente, me encantaba.
A
las diez y media de la noche me llamó por teléfono.
—Hola
cariño, ¿que haces?
—Estoy
en el cuarto viendo una peli. ¿Y tú?.
—Hemos
acabado ahora de cenar y vamos a ir para la disco.
—Muy
bien. ¿Cómo estás?
—Bien,
¿y tú?
—Nervioso
—admití—, pero muy bien.
—¿Sigo
con el plan?
—Tienes
que decidirlo tú. Si te apetece, adelante, pero mañana tienes que
contármelo todo.
—Vale,
amor. Voy a bailar un rato. Ya te informaré.
—Ok.
Te quiero.
—Te
quiero.
A
los doce menos veinte ya no aguantaba más la incertidumbre y le
mandé un sms preguntándole como iba la noche. Estaba
deseando saber qué hacía, si había hablado con su ex, si ya estaba
con él.
—Muy
bien, cariño. Estoy todavía con las chicas.
—¿Sabes
algo?
—Sí,
hace un cuarto de hora me ha enviado un mensaje, me ha dicho que
venía para aquí. Que me hacía una perdida cuando estuviera fuera.
—Vale,
¿vas a ir? —pregunté nervioso, con una mezcla de celos y
excitación.
—Sí
—contestó—. Me acaba de llamar, te dejo. Voy para fuera.
No
supe más en toda la noche. Estaba excitado, celoso, impaciente,
intrigado...No paraba de pensar que estaba con él y quería saber lo
que estaban haciendo. Por mi mente pasaban imágenes de Pilar y Ángel
besándose, desnudándose, acariciándose, chupándose, ella
volviendo a intentar tragarse su pollón, follando... Mi polla cada
vez estaba más dura y no podía dejar de tocármela. ¿Estarían en
la cama?, ¿en el sofá?, ¿no habrían esperado y se lo habrían
montado en el coche?
No
pude resistirlo más y a las cuatro y diez de la madrugada, después
de correrme un par de veces imaginando imágenes de mi novia con su
ex, le escribí un sms.
—Hola
mi amor. ¿Cómo estás?. ¿Está yendo bien la noche?.
Esperaba
con el móvil en la mano y la polla dura de nuevo. Pasó un minuto y
no había recibido respuesta. Dos, tres, cinco, diez, treinta. Una
hora. Quería llamarla. Dos horas. Una nueva corrida y más ganas de
llamarla. Decidí no hacerlo para no molestarla. Tres horas. Cuatro.
A
las ocho y media de la mañana, habiendo pasado la noche en vela sin
poder dormir y habiéndome corrido cuatro o cinco veces, decidí
levantarme y desayunar.
—Buenos
días, amor. Me cabo de levantar. Voy a pegarme una ducha. ¿Te paso
a buscar? —escribí mientras acababa de desayunar y me dirigía al
cuarto de baño para darme una ducha y despejarme.
Al
salir de la ducha todavía no había recibido ninguna respuesta.
Volví al cuarto cada vez más nervioso. ¿Le habría pasado algo?.
Encendí un cigarrillo y aspiré con fuerza para relajarme. Seguía
fumando, contemplando el humo flotando en la habitación cuando el
sonido de mi móvil me sobresaltó.
—Buenos
días, mi amor. Todo ha ido muy bien. Ángel acaba de dejarme en
casa. Estoy agotada. Voy a darme una ducha y acostarme un rato.
Quedamos mejor por la tarde. ¿Me recoges a las cinco y vamos a tu
casa?. Te quiero muchísimo.
Los
minutos no pasaban, cada segundo se me hacía una eternidad esperando
que fuera la hora de ir a buscar a Pilar. Aunque solo tenía diez
minutos de camino, a las cuatro y media ya no pude esperar más y
salí. Estaba deseando verla, besarla. Impaciente porque me contara
lo que había pasado. Llegué a la puerta de su casa, aparqué,
encendí un cigarro y volví a esperar. Cuando acabé de fumar cogí
el móvil y le escribí.
—Estoy
abajo.
—Vale,
ahora bajo :x —contestó.
La
vi salir por la puerta y acercarse a mí con una gran sonrisa.
Llevaba un pantalón corto tejano y una camiseta de tirantes blanca.
El pelo largo y castaño atado en una cola. Estaba preciosa.
—Hola,
cariño —dijo abriendo la puerta del coche y entrando.
—Hola,
guapísima —respondí mientras se acercaba a besarme.
—Te
quiero muchísimo, muchísimo —dijo después de darme un beso que
casi me deja sin respiración.
—Y
yo a ti —respondí recuperando el aire—. ¿Cómo te fue?
—Ufff...
genial —contestó con cara de placer y felicidad—. ¿Y a ti?
—Nervioso
y muy cachondo.
—¿Te
pajeaste?
—Sí,
cuatro o cinco veces.
—¿En
serio?
—Sí,
estaba muy cachondo.
—¿Y
te queda algo para mí? —preguntó apretándome la entrepierna
mientras me besaba de nuevo.
—Siempre
hay para ti.
—Pues
llévame a tu casa que te voy a agradecer que seas el mejor novio del
mundo.
Nada
más cerrar la puerta de mi cuarto, me abalancé sobre Pilar para
besarla.
—Mmmm...
¿me has echado de menos? —preguntó mientras me la llevaba hacia
la cama.
—Sí.
¿Y tú?
—Un
poquito
—¿Solo
un poquito?
—Ángel
no me ha dejado mucho tiempo para echarte de menos, cariño.
—¿Y
eso?
—Me
a tenido toda la noche ocupada.
—Cuenta.
Cuéntamelo todo —le pedí mientras mi boca recorría su cuello,
cosa que le encantaba.
—Pues
cuando te dije que me iba, me despedí de las chicas, les dije que me
habías venido a buscar, que tus padres estaban fuera y teníamos la
casa para nosotros solos y salí —empezó a contarme mientras
seguía besando su cuello y deslizaba mi mano por debajo de su
camiseta —salí y lo vi fuera con el coche de su padre —seguía
relatándome mientras mi mano se deslizaba hacia arriba, desde su
vientre hacia sus pechos—. Entré en el coche, lo saludé y le
pregunté qué le apetecía hacer. Me propuso ir al apartamento a
tomar algo allí tranquilos y yo le dije que vale. Le pregunté que
desde cuando tenía carné —continuó mientras le subía la
camiseta y metía mi mano por dentro de su sujetador—. Me dijo que
desde hacía tres meses, que se había comprado un coche y que lo
tenía en Madrid, por eso su padre le dejaba aquí el suyo. Yo le
pregunté si ya se había follado a su novia en el coche y me dijo
que sí mientras puso su mano en mi pierna y empezó a subirme el
vestidito mientras me acariciaba.
—¿Que
vestido llevabas? —le pregunté mientras sacaba una de sus tetas
del sujetador y empezaba a chuparla.
—El
de lunares con la espalda descubierta que te gusta tanto.
—¿Sin
sujetador?
—Claro
—respondió apretando mi cabeza contra su teta para que me la
metiera toda en la boca.
—¿Qué
más?
—Siguió
acariciándome hacia arriba y mientras metía un dedo por debajo de
mi tanga buscando mi rajita me preguntó que si quería que volviera
a follarme en el coche —explicó mientras le desabrochaba el
sujetador para dejar libre sus tetitas y poder chuparlas bien.
—¿Qué
le dijiste? —pregunté amasándole y chupándole los pechos.
—Que
mejor fuéramos al apartamento, que estaríamos más cómodos
—respondió gimiendo de gusto por los mordisquitos que le daba en
los pezones.
—¿Qué
hizo?
—Sonrió
y siguió buscando mi rajita. Me acariciaba con dos dedos por fuera.
—¿Te
gustaba? —pregunté mientras acababa de quitarle la camiseta y el
sujetador dejando su torso desnudo.
—Sí,
mucho. Empecé a mojarme y entonces metió sus dedos un poco por
dentro. Luego los sacó y se los llevó a la boca. Me dijo que tenía
el coño tan jugoso y dulce como siempre y que seguro que a ti
también te encantaba comérmelo.
—Claro
que me encanta comértelo, ¿quieres que lo haga? —le pregunté ya
bajando mi boca lentamente por su vientre mientras desabrochaba el
botón del pantalón.
—Sí
cariño, cómeme el chochito —pidió con deseo.
—¿Qué
pasó después? —pregunté incorporándome y bajándole los
pantalones.
—Me
dijo que había una cosa que todavía no había hecho en el coche y
que le gustaría hacer.
—¿El
qué? —inquirí mientras me acercaba a morderle el coño por encima
de las braguitas.
—Que
se la mamaran mientras conducía y me pidió que lo hiciera, así se
nos hacía el viaje más corto, que todavía nos quedaba una media
hora.
—¿Lo
hiciste? —quise saber.
—Sí.
Ya sabes que me gusta mucho su polla y me había puesto caliente
tocándome —contestó mientras yo le quitaba las bragas, le abría
las piernas y aspiraba el aroma de su sexo—. Además me dijiste
que tenía que seguir practicando hasta que me la pudiera meter
entera en la boca —continuó mientras mi lengua daba las primeras
caricias y los bellos de su piel se erizaban.
Paré
un segundo para desnudarme y volví rápidamente a poner mi cara
entre sus piernas, le succionaba el clítoris y mientras, empecé a
meterle dos dedos cada vez más rápido. Tenía de nuevo la polla
durísima, disfrutando escuchando a mi novia relatarme como había
vuelto a estar con su ex.
—Le
dije que se la sacara, soltó una mano del volante y se desabrochó
el pantalón, se bajo un poco el calzoncillo y yo metí mi mano
dentro para ayudarle a sacársela. Le masturbé un poco para
ponérsela bien dura y empecé lamiendo el capullo, rodeándole con
mis labios hasta que noté su mano en mi cabeza empujándome hacia
abajo para que me la metiera.
—¿Qué
hiciste?
—Le
dejé que apretara hasta que ya no me cabía más. Me faltaron solo
dos dedos para conseguirlo. Me la saqué babeando y le dije que
tuviera cuidado con la carretera. Me dijo que sí, que siguiera
chupándosela, que pararía en un descampado que había cerca porque
quería correrse en mi boca.
—¿Le
dejaste?
—Sí,
volví a metérmela hasta que llegamos al descampado. Cuando paró el
coche, me puse a cuatro patitas en el asiento para estar más cómoda
y volví a la faena. El aprovechó para subirme el vestido dejando mi
culito con el tanga al aire, me lo acarició y después metió los
dedos por el tanga buscado de nuevo mi chochito. Me metió dos dedos
con fuerza y un instante después noté como me agarraba fuerte por
dentro mientras descargaba en mi boca.
—¿Te
la tragaste?
—Sí,
pero no toda porque soltó mucha leche. Tragué una poca y el restó
se me salió de la boca cayéndole en los huevos y los calzoncillos
—respondió mientras le introducía la lengua.
—¿Qué
pasó después?
—Me
preguntó si quería correrme yo también, pero le dije que no estaba
tranquila allí, que nos podía ver alguien y prefería que nos
fuéramos al apartamento.
Dí
unos últimos lametones a su rosadito clítoris para despedirme por
el momento. Me tumbé encima de ella introduciéndole mi rabo duro,
con la imagen en mi cabeza de su boquita chorreando semen. Empecé a
besarle los labios, con mi polla completamente quieta dentro de ella,
porque si me movía me corría. Ella abrió su boca ofreciéndome su
lengua. Estuvimos un rato así, yo dentro de ella, besándola y
dejándome besar mientras me seguía contando.
—Llegamos
al apartamento y yo me fui al balcón, siempre me gustaba salir
cuando iba porque se ve la playa. El vino un poco después con un
cubata para cada uno y estuvimos un rato allí tranquilos, bebiendo y
contemplando el paisaje. Cuando percibí que tenía su mirada clavada
en mí le pregunté qué miraba y me dijo que a mí, que estaba
guapísima, que ojalá no hubiera tenido que irse a Madrid a
estudiar, que le encantaba follar conmigo. Yo le dí las gracias y le
dije que a veces la vida te llevaba por un camino que no te gustaba
del todo, pero que mirara la parte positiva, que él estaba en Madrid
estudiando lo que le gustaba y tenía nuevas amistades y hasta una
novia y que a mí también mi iba bien aquí estudiando y estando
contigo y que además no podía decir que habían dejado de follar.
El se rió y me dijo que eso era verdad y que porqué lo había hecho
y yo le dije que por los viejos tiempos, que él siempre sería mi
primer novio, con el que había perdido la virginidad y que siempre
sería una persona especial para mí. Me dijo que yo también era
especial para él y me preguntó qué pasaría si tú te enterabas de
que te había puesto los cuernos y le mentí diciendo que no lo
sabía, que intentaríamos que no te enteraras.
—Qué
mala. ¿No quieres que se entere de que te dejo ponerme los cuernos?
—No,
es nuestro secreto. Tú eres un cornudito solo para mí.
Cornudito.
Me había llamado cornudito. Era la primera vez que me llamaba así y
me encantó. Escuchar esa palabra dirigida a mí fue un placer
indescriptible.
—Vuelve
a llamarme así —le pedí.
—¿Cornudito?.
¿Te gusta que te llame cornudito?
Escuchar
su dulce boca susurrándome al oído cornudito, no solo me gustaba
sino que era un placer mucho más grande y excitante. Era la
confirmación de que era una putita. Fue un momento extraño y
mágico, porque el confirmarla como puta, para mí la reafirmaba como
mujer. En lugar de querer usar su cuerpo y follármela duro como a la
puta que era, quería acariciarla y hacerle el amor. Sentía que
quería quererla más. Amarla más. Deseaba que fuera puta para Ángel
y mi mujer para mí.
—Sí,
me gusta mucho —respondí comenzando un movimiento lento pero
intenso dentro de ella—. Quiero ser tu cornudito toda la vida. Te
amo.
—Mmmm...
si... Te amo, cornudito.
—Sigue
contándome, por favor —supliqué.
—Pues
cuando le dije que intentaríamos que no te enteraras el se acercó a
mi para besarme el cuello y acariciar mi espalda por la parte
descubierta de mi vestido. Ya sabes que me gusta que me den besitos
por el cuello —yo continuaba metiéndosela con amor mientras me
dirigía también a su cuello—, y antes ya me había puesto
cachonda comiéndole la polla, así que no tardé en calentarme. Me
giré para besarle y el aprovechó para apretarme contra la
barandilla, meter su mano por debajo del vestido y tocarme el culo.
Mientras seguíamos besándonos yo bajé mi mano y le toqué el
paquete por encima del pantalón, ya lo tenía duro y él me subió
el vestido por la cintura y me agarró el culo fuerte con las dos
manos. Empezó a bajar su boca de nuevo por mi cuello, fue hacia mi
escote y cuando estaba muy cerca de las tetitas se paró y me quitó
el vestido por completo. Lo hizo tan rápido que parecía que me lo
había robado sin que me diera cuenta y en un momento me dejó casi
desnuda, con las tetitas al aire en el balcón, solo tapada con el
tanguita negro.
—¿Y
qué hiciste? —pregunté siguiendo con mi movimiento suave y
acariciando su cuerpo.
—Le
dije que fuéramos dentro, que en el balcón nos podían ver y él me
cogió las tetas y me las chupó con deseo, haciéndome mojar mucho
el tanga, y luego me llevó de la mano al sofá. Me dijo que me
sentara con las piernas bien abiertas, que quería volver a tener en
la boca el sabor de mi chochito dulce. Así que me senté y dejé que
me quitara el tanga. En vez de tirarlo por ahí, se lo guardó en el
bolsillo del pantalón y me dijo que lo quería de recuerdo.
—¿Se
lo distes?
—Sí,
le dije que vale, que se lo regalaba mientras abría mis piernas
mucho y me acariciaba el chochito. El se quitó la camiseta y rápido
se arrodilló para chupármelo todo. No tardé ni un minuto en
correrme y cuando se levantó tenía la barbita impregnada de mis
jugos. Me había corrido pero tenía ganas de más y le pedí que me
metiera su pollón. El cogió un condón del bolsillo, acabó de
desnudarse dejándome ver su enorme polla mientras se lo ponía, se
acercó, me subió las piernas abiertas y sin ningún esfuerzo me la
clavó de golpe.
—¿No
te hizo daño?
—No,
porque estaba bien lubricada, pero aun así solté un grito al notar
mi chochito tan abierto y lleno tan rápidamente. Él sonrió y me
preguntó si me gustaba y yo le dije que sí y que quería más.
Empezó a metérmela fuerte y le pedí más. Aumentó el ritmo y
volví a pedirle más. Me estaba dando con todas sus fuerzas y me
encantaba. Estaba subiendo a las nubes. Me agarraba las tetitas
mirando su cuerpo, tan duro como su polla. Estaba cachonda perdida y
le dije que me pusiera a cuatro patas y me follara así de fuerte.
Quería que me reventara. Me dió la vuelta rápido con sus brazos
fuertes, puse el culo en pompa para dejarle entrar bien, el separó
mis nalgas con sus manos y me metió el rabo muy fuerte y muy
profundo. Tan profundo que notaba la punta de su polla partiéndome
el estómago y tan fuerte que mis tetitas no paraban de moverse. Al
poco rato empecé a chillar y a correrme de gusto mientras me daba
—dijo mientras comenzaba a estremecerse. Mi novia se estaba
corriendo con mi polla dentro pero recordando la de Ángel—. Cuando
dejé de retorcerme me sacó la polla que aun me estaba metiendo,
pero ya suavemente. Me giré exhausta, quedándome tirada en el sofá,
sin poder cerrar las piernas, con el chochito abierto y rojito por
las embestidas y vi como se quitaba el condón y me lo enseñaba.
Estaba lleno de leche, me dijo que no había podido aguantar mis
chillidos y se había corrido conmigo.
Aunque
no había acelerado el ritmo, la intensidad con la que estaba amando
a Pilar, hacía rato que me tenía al límite. Se la saqué, me
arrodillé en la cama frente a ella y me masturbé, dejando caer un
par de chorros, poca cantidad debido a las corridas de la noche
anterior, en su vientre.
—Te
has exprimido bien esta noche, ¿eh, cornudito?.
—Sí
—admití, tumbándome a su lado.
Estábamos
tumbados desnudos uno frente a otro. Yo miraba a mi novia
completamente enamorado, le apartaba el pelo de la cara y le
acariciaba la mejilla, la nariz, la frente, la barbilla, los labios.
—¿Qué
hicisteis después?
—Él
se fue a la cocina a tirar el condón a la basura y a preparar algo
de beber. Yo me quedé en el sofá relajada. Cuando volvía al sofá
lo vi venir con un cubata en cada mano y la polla colgando y le dije
que la tenía muy bonita. Me preguntó si la tenía más grande que
tú y le dije que un poquito más grande pero sobretodo más gorda.
Se sentó a mi lado satisfecho y estuvimos hablando y bebiendo un
rato. Luego empezamos a recordar cuando salíamos juntos y me traía
al apartamento a follar. Yo noté que me ponía caliente y me subí
encima de él y le besé. Me agarró las tetas y empezó a
pellizcarme los pezones mientras yo restregaba mi chochito contra su
polla que rápidamente se puso dura de nuevo.
Mi
polla también se estaba activando de nuevo. Ella lo notó y bajó su
mano para acariciármela mientras yo recorría con mis dedos su
espalda y su culo.
—Yo
me estaba mojando mucho y quería metérmela, le pregunté donde
tenía condones y me dijo que debajo de la mesa. Me bajé, los cogí,
me arrodillé frente a su rabo, le di un lametón, le puse el condón,
me subí encima de nuevo, la cogí la polla, la guié hasta mi
entrada y dejé caer mi cuerpo metiéndomela entera. El gimió y sus
manos me agarraron el culo, pero yo se las cogí y las puse por
encima de su cabeza y sin dejar de agarrárselas empecé a mover mi
culo arriba y abajo cada vez más fuerte. Me gustaba llevar el ritmo,
tener el control y no paré hasta que me entraron ganas de correrme,
que fue cuando me levanté y prácticamente me senté en su cara
obligándole a comerme el coño mientras me corría. Sentí como
explotaba pasándoselo por la cara. Mi cuerpo pesaba después de
correrme así que me senté de nuevo encima suyo y le besé
saboreando mis propios jugos.
—¿Te
gustó tu sabor?
—Sí
—contestó mientras me pajeaba.
Yo
volvía a disfrutar mientras su mano me masturbaba al mismo tiempo
que me explicaba sus hazañas. Le acariciaba el cuerpo entero, la
espalda, el culo, las piernas, el vientre, las tetas... Pero cuando
intenté llegar a su entrepierna me pidió que no lo hiciera.
—Déjame
descansar un poquito, ya lo tengo dolorido de tanto usarlo.
—Vale
—acepté, mucho más excitado todavía tras aquella confesión—.
¿Hubo más? —pregunté mientras me dejaba masturbar.
—Sí.
Tenía ganas de más polla. Le dije que me llevara a la cama y me
hiciese suya. Él me cogió y me llevó a la habitación. Me tumbó
en la cama y se puso encima mio. Me besó. Me acarició las tetas y
después las besó mientras bajaba su mano. Me metió dos dedos. Los
sacó pringaditos, me los pasó por los labios y me besó para
limpiarme. Lo hizo dos o tres veces más y la última mientras me
besaba se acomodó y empezó a metérmela despacio. Estuvo un ratito
metiéndomela suave, hasta que le dije que para hacer el amor ya
tenía a mi novio y que me diera caña.
Eso
me encantó. Me gustaba que me tuviera a mí para hacer el amor y a
Ángel para follar. Notaba mi miembro durísimo y mi corazón latía
a mil por hora.
—Él
se puso súper cachondo y se incorporó. Me cogió las piernas para
subírmelas hasta el pecho, dejando todos mis bajos expuestos y
empezó a darme duro. La cama se movía y hacía mucho ruido, seguro
que si los vecinos estaban abajo se enteraron de que su vecinito se
lo estaba pasando bien, además yo no podía dejar de chillar. De vez
en cuando me la sacaba y con el tronco de su polla me daba por fuera
y por el clítoris y luego me la volvía a meter fuerte. Cuando la
sacaba y me daba por fuera yo deseaba todavía más que me la
volviera a meter. Estuvo un rato así jugando conmigo hasta que ya no
pudo aguantar más. Se sacó el condón y comenzó a meneársela
fuerte. En un momento dado paró, con su capullo completamente sacado
y gordo y me lo pasó por el chochito. Me rozaba los labios, me los
abría con su polla y continuaba hacia arriba buscando rozarse con mi
clítoris. Era la primera vez que su polla me tocaba directamente el
coño, antes siempre habíamos utilizado condón.
Esa
imagen me hizo estallar, el glande de otra polla rozando el chochito
de mi novia sin ninguna barrera fue demasiado para contenerme.
—¿Te
la metió? —pregunté mientras mi semen caía en sus muslos.
—Se
rozaba mucho y notaba como me abría y empujaba metiéndome un poco
la punta. Me gustaba mucho, nunca lo habíamos hecho y tenía ganas
de que me la metiera toda y notar el tacto de su piel dentro de mí,
pero en el último momento fui capaz de contenerme y le dije que no
me la metiera sin.
—¿Te
gustaría entonces meterte su polla a pelo?
—Hombre...
sería algo nuevo. Nunca lo hicimos así cuando éramos novios. Pero
no se, eso es mucho, ¿no?
—No,
hazlo —dije sin pensar—. Si confías en él hazlo. Yo soy tu
novio y tu cornudo y quiero que puedas disfrutar de su polla sin
tener una goma por el medio.
—¿Estás
seguro, mi amor?
—Segurísimo.
Si yo hubiera sido tu primer novio me habría gustado meterme en ti
directamente. Seguro que lo deseáis los dos. Lo deseamos los tres.
Sigue contándome lo que pasó, cariño.
—Pues
como no le dejé metérmela sin condón, volvió a pajearse delante
mio, se la meneaba con las dos manos fuerte. No pude aguantar y bajé
mis deditos para masturbarme yo también. Me corrí mientras un par
de chorros de semen salieron fuertemente disparados hasta mis tetas y
el resto, ya con menos intensidad, me caía en la barriga y en la
mano que tenía todavía encima del coño.
—¡Joder!.
Veo que te lo has pasado muy bien —exclamé contento.
—Sí.
Y todavía hay más.
—¿Más?
—pregunté sorprendido?
—Sí
—respondió sonriendo y atrayéndome para besarme.
—Cuéntamelo
—pedí.
—¿Ya?.
¿No quieres esperar?
—No,
quiero saberlo ya, se está haciendo tarde y dentro de un rato
llegarán mis padres.
—Pues
cuando se corrió se levanto y trajo papel para limpiarnos, se tumbó
en la cama y nos quedamos dormidos, serían casi las siete de la
mañana habíamos follado mucho y fuerte y necesitábamos recuperar
energía. Me desperté porque noté algo mojado en los labios, abrí
los ojos y vi el pollón de Ángel totalmente duro delante de mi
cara. Se había despertado y se estaba tocando y pasándome el
capullo por los labios. No me resistí mucho, abrí la boca y más
que mamársela dejé que me la fuera metiendo. Primero lo hizo suave,
pero al final acabó follándome la boca. Me la metía rápido y
profundo. Casi tan profundo que podía notar sus huevos muy cerca de
mi boca. No me dejaba tiempo para respirar y ni siquiera podía
tragarme la saliva, así que empecé a babear, la saliva se me salía
por las comisuras y estaba dejando su polla empapada. Nunca había
hecho eso. Era una sensación como si me estuviera usando, como si
fuera una puta y pudiera hacer conmigo lo que quisiera y tengo que
admitir que me encantó. Me metí los dedos fuerte en el chochito
mientras me la tragaba. No me dejó tocarme mucho porque me dijo que
me pusiera a cuatro patas para poder follarme bien la boca. Cuando me
puse me la metió en la boca y me cogió de la cabeza para poder
follármela a saco.
No
lo podía creer, pero mi polla estaba dura de nuevo. La tenía
dolorida de tanto meneo pero no pude resistir la tentación de
cogérmela.
—Yo
babeaba mucho por arriba y por abajo —continuó mirando como me
tocaba—. Mi saliva resbalaba por mi boca y su polla. Mi coñito
goteaba por todo el flujo que tenía. Me temblaba el cuerpo. Me
estaba corriendo mientras me estaban follando la boca como un puta.
Me apretó la cabeza con fuerza contra él mientras me corría y
después me la sacó de golpe. Me dijo que me quedara así, se bajó
de la cama y se puso detrás mio. Apoyó su polla dura en mi culo y
le oí abrir el cajón de la mesita de noche. Sacó otro condón, se
lo puso y me la metió. Me agarró del culo con las dos manos
mientras me la metía y me separo las nalgas. Estaba a cuatro patas
totalmente abierta para él. Yo arqueé mi espalda y puse el culo más
en pompa para quedar todavía más expuesta. Lo oía resoplar y
aumentar el ritmo. Estaba apunto de correrse. Me dio unas embestidas
más y la sacó, se sacó el condón rápido, noté que lo dejaba en
mi espalda y poco después su leche caliente caía en mi culo. Se
dejó caer a mi lado en la cama, le bese y le dije que fuéramos a
almorzar algo y me llevara a casa, que si no cuando quedara contigo
todavía iba a tener el chochito hinchado. Mientras él estaba en la
cocina preparando algo yo me limpié el culo y fui al balcón a a
buscar el vestido que habíamos dejado allí tirado por la noche.
Tuve que salir completamente desnuda y a la luz del sol. No se si
alguien me vio. Cogí el vestido, me lo puse en el comedor y me
dirigí a la cocina donde Ángel estaba desnudo acabando de preparar
unas tostadas. Me quedé en la puerta mirándole el culo. Cuando se
giró y me vio vestida puso cara de decepción, yo sabía que era
porque pensaba que también me habría puesto el tanga, así que me
levante el vestido por delante y le enseñé el chochito volviéndole
a decir que se lo regalaba, cosa que le devolvió la alegría a la
cara. Estábamos hambrientos por toda la actividad así que
desayunamos, yo fui al baño mientras el se vestía y después me
llevó a casa. Cuando llegamos me dijo que había sido una noche
perfecta y que ojalá la repitiéramos. Yo le dí un beso y me fui.
Cuando entré en casa eran las nueve y media pasadas. Estaba
cansadísima y con el cuerpo pegajoso. Te escribí el mensaje, me
duché y me acosté.
—¿Vas
a repetir?
—No
lo se, mi amor. Ya se verá. ¿Quieres acabar? —me preguntó
mirando mi polla-.
—Si,
me gustaría que bajaras —respondí—, pero chúpamela suave, que
a mi también me duele ya.
Ella
bajó y pasó su lengua despacio. Empezando por los huevos y subiendo
lentamente hasta mi glande. Me besó la punta, pasó su lengua, se la
metió despacio. Estuvo así hasta que un par de gotitas, ya no me
quedaba más leche, salieron por la raja de mi capullo, ella las
recogió con su lengua y se las tragó.
—¿Te
ha gustado mi aventura?
—Me
ha encantado —respondí mientras nos levantábamos para vestirnos e
irnos a cenar fuera—. Espero que tengas muchas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario