Cuando
la dejé en casa de sus padres después de cenar, quedamos en vernos
al día siguiente por la tarde, los dos necesitábamos un descanso,
para ir un rato a la playa.
—He
recibido un mensaje de Ángel —dijo al entrar en el coche, antes
incluso de darme el beso de saludo.
Mi
bañador dejó entrever mi erección. No hacía ni un día que el
cabrón se había follado a mi novia y ¿ya la esta reclamando?
—¿Ya?
—preguntó al ver el considerable bulto entre mis piernas—, si
todavía no te he dicho lo que quiere.
—Me
lo puedo imaginar —le dije sonriendo—. ¿Qué te ha dicho? —le
pregunté mientras ponía primera y me encaminaba hacia la playa.
—Que
mañana se vuelve a Madrid después de comer y estará un temporada
sin venir, que si quedamos por la mañana para despedirnos.
—¿Y
qué le has dicho?
—Todavía
nada. ¿Qué te parece?
—Ya
sabes que a mí me parece bien. Siempre que tú quieras, claro.
—Hombre...
si va a estar una temporada sin venir estaría bien despedirse.
A
mi novia le estaba empezando a gustar mucho volver a follarse a su
ex. Cada vez la veía más suelta y disfrutando de la situación y a
mí me encantaba.
—Pues
queda, mi amor. Así tendrás la oportunidad de follártelo a pelo.
—¿Estás
seguro de eso?
—Claro,
si te apetece hazlo, seguro que disfrutas mucho más. Pero tened
mucho cuidado —advertí.
—Sí
cariño. ¿Luego quedaremos tú y yo?
—Claro,
cuando él te deje en casa quedamos y así te pillo calentita.
—¿Quieres
tenerme recién follada?
Paré
el coche en un callejón y le indiqué a Pilar que se viniera al
asiento trasero. Le subí un poco el vestido para quitarle las bragas
del bikini. Saqué mi polla del bañador y le dije que se subiera.
—Sí,
quiero desnudarte y ver las marcas en tu cuerpo —le dije mientras
se la metía—. Quiero oler tu piel impregnada de su olor. Quiero
besarte y probar su sabor. Quiero lamerte el coño recién follado y
oliendo todavía a su polla —le contesté mientras me cabalgaba—.
Quiero meterte la polla justo después de que él te la meta.
—¡Joder!
—exclamó—, que cachonda me estás poniendo. ¿Sabes qué me
gustaría? —me preguntó acelerando el ritmo.
—¿Qué
te gustaría, putita? —quise saber, muy excitado.
—Que
se corriera en mis tetitas y luego tú me las comieras como un buen
cornudito —dijo llegando al clímax.
—Pues
no te las limpies y luego te las limpio yo con mi lengua —le
propuse, sacándole la polla y derramándome en su vientre.
—Me
gusta que estés así de putita —le dije mientras me limpiaba la
polla con un pañuelo.
—Y
a mí que te guste tanto ser mi cornudito —respondió ella
limpiándose el coño y los restos de mi semen.
Cuando
llegamos a la playa había bastante gente. Pusimos las toallas en un
hueco que vimos y dejamos la bolsa. A nuestro lado había una pareja
de gays, al otro lado una mujer de unos cuarenta, con otra más
mayor, posiblemente su madre y en frente nuestro había un grupo de
cuatro chicos de dieciséis, diecisiete años. Yo me quité la
camiseta y me agache mientras Pilar se quitaba el vestido, para coger
el bote de crema de la bolsa. Cuando levanté la cabeza, flipé. ¡Se
había quitado la parte de arriba del bikini! Yo pensaba que al haber
tanta gente no se la quitaría y menos habiendo delante nuestro
cuatro chavales con las hormonas a flor de piel. Tuve que agacharme
rápido para que no se notara que estaba empalmado. Allí estaba
ella, de pie con las tetitas al aire delante de aquellos chavales que
no le quitaban los ojos de encima.
—Pásame
la crema —me dijo mientras se sentaba en la toalla.
Yo
le pasé el bote y no puede hacer más que observar la escena, mi
novia acariciándose el cuerpo, tetitas incluidas, delante de los
chavales que flipaban casi tanto como yo. No sabía si ella no se
había dado cuenta de la situación o si nos estaba provocando a los
cinco sin que nos diéramos cuenta. Los chavales intentaban disimular
pero en sus caras se reflejaba el deseo y yo me estaba poniendo tan
cachondo que tenía ganas de que se la follaran entre los cuatro.
—¿Me
hechas en la espalda? —me preguntó sacándome de mis pensamientos
lascivos.
—Vaya
show les has dado —le dije mientras le esparcía la crema por la
espalda—. No dejan de mirarte.
—¿Y
a ti te ha gustado? —preguntó guiñándome el ojo.
—Más
que a ellos —admití.
Estaba
muy cachondo, quería seguir jugando, así que puse un poco de crema
por sus piernas para que me sirviera de excusa y poder tocarle el
culo. Se la extendí hacia arriba colando mi mano por debajo del
bikini, como ella no opuso resistencia deslicé su braguita azul
claro, que estrenaba ese día, por entre sus nalgas dejando los dos
cachetes al descubierto y seguí esparciendo la crema por su culo
blanquito ante la atenta mirada de los chavales. Tenía la polla
apunto de reventar y seguro que ellos también. La tentacion de
tocarle el coño mientras nos miraban era irresistible, quería
apartarle el bikini y meterle los dedos en el coño... Tenía que
parar o iba a acabar folléndomela allí mismo.
—¿Por
qué me pones tan cachondo? —le dije tumbándome a su lado.
—Porque
me gusta ponerte cachondo, notar tu deseo, ver como crece tu polla y
tus ganas de metérmela —respondió acariciando mi brazo—, se me
moja el chochito cuando me miras excitado y me entran muchas ganas de
que me beses, me acaricies, me lamas...
—Para,
para —le pedí—, como sigas diciéndome esas cosas me voy a
correr.
—Haz
un cigarro y así te relajas un poquito —me pidió sonriendo.
Me
incorporé y cogí la bolsa. Abrí el bolsillo y saqué el tabaco,
una boquilla y el papel. Lié el cigarro con calma. Cuando lo tuve
acabado lo puse un mi boca, recogí el tabaco y el papel y los metí
de nuevo en la bolsa. Cogí el mechero, pero al primer contacto con
la piedra una idea maliciosa pasó por mi cabeza y no llegué a
sacarlo de la bolsa.
—Tenemos
un pequeño problema —le dije a Pilar volviendo a tumbarme a su
lado.
—¿Qué
pasa?
—Me
he dejado el mechero —mentí.
—Bueno,
no pasa nada, hay mucha gente, seguro que puedes pedir uno.
—No.
—¿No?
—preguntó sorprendida.
—No.
—¿Qué
estás pensando? —preguntó al verme sonriendo.
—Quiero
que se lo pidas tú a los chavales.
—Ahora
no me voy a poner el bikini para ir a pedirles fuego, cariño.
—Mejor
—admití.
—¿Qué?
¿Quieres que vaya a pedirles fuego con las tetas al aire?
—Sí
—contesté con mi polla creciendo.
—Nononono
—Venga,
va —dije pasándole el cigarro.
—Que
no, locazo.
—Bueno,
pues aquí te lo dejo para cuando quieras —le dije dejando el
cigarro a su lado y tumbándome al Sol.
Pasado
un rato, el calor ya se me hacía insoportable y le dije a Pilar que
me iba al agua. Ella se quedó tumbada tomando el Sol y yo me fui
caminando por la ardiente arena hasta la orilla. El agua estaba
perfecta, así que me zambullí sin demora y estube un rato nadando.
Cuando ya me disponía a salir, vi como Pilar se levantaba. Yo
todavía estaba lejos y di unas brazadas hacia la orilla, ya que
pensaba que mi novia se dirigía al agua, pero mi sorpresa fue
tremenda cuando vi que se acercaba al grupo de chavales y se
arrodillaba. La polla se me salía del bañador al verla allí
agachada, sonriendo, con las tetas descubiertas pidiendo fuego. No
pude evitarlo, la excitación fue más fuerte que yo y no pude
controlar mi mano, me agarré la polla y empecé a masturbarme viendo
como Pilar se levantaba, se despedía, volvía a su toalla
mostrándoles el movimiento de su culo y se sentaba y fumaba
tranquilamente mientras los chicos seguían mirándola. No tardé
nada en soltar mi corrida en el agua del mar.
—Les
he pedido fuego —dijo sonriéndome, mientras me sentaba en mi
toalla.
—Ya
lo he visto.
—¿Y
te ha gustado?
—Tanto
que he tenido que correrme.
Ella
sonrió, me besó y volvió tumbarse boca arriba. Yo fumaba
tranquilo, relajado después de correme, mirando las preciosas
piernas de mi novia.
—¿Has
acabado de fumar? —, me preguntó incorporándose.
—Todavía
queda un poco —, respondí pasándole el cigarro mientras
contemplaba su piel brillante por el sudor.
—Tengo
calor —dijo después de pegar una calada y devolvérmelo —¿te
vienes al agua?
—Me
acabo esto y vamos.
—Allí
te espero —dijo levantándose.
Aspiré
una nueva bocanada de humo mientras observaba el movimiento del culo
de Pilar. Los chicos de en frente la seguían con la mirada y ella
les sonrió mientras se dirigía, con su cuerpo sudoroso y casi
totalmente desnudo, a refrescarse en el agua de la playa.
Desde
mi posición podía ver a Pilar zambulléndose en el agua y escuchar
levemente a los chicos hablar entre ellos de lo buena que estaba mi
novia. Acabé de fumar y me levante para irme con ella. Los chicos me
miraron al pasar a su lado y yo los saludé con una inclinación de
cabeza. Me metí en el agua y nadé para llegar hasta Pilar. Cuando
llegué a ella la abracé por detrás, el agua nos llegaba a la
altura del pecho por lo que aproveché para acariciarle las tetitas,
que al ser más bajita que yo, estaban totalmente cubiertas por el
agua.
—Tienes
a los chicos ardiendo —le dije mientras le daba la vuelta para
poder besarla.
—La
que está ardiendo soy yo —me contestó antes de besarme
ardientemente.
—¿Y
eso por qué?
—Me
he puesto muy cachonda viendo como me miraban las tetitas cuando les
he pedido fuego.
—¿Si?
—pregunté sonriéndole.
—Sí,
notaba como se me mojaba el cochito.
—Mmmm...
—exclamé con la polla dura mientras colaba mi mano por dentro del
bikini de Pilar lo más disimuladamente que podía.
Ella
se acercó más a mi cuerpo y empezó a besarme y moverse para rozar
su coño, mojado del agua de la playa y de sus jugos, contra mis
dedos. Se movía lentamente para no llamar la atención mientras yo
hacía movimientos circulares con mis dedos para estimular su
clítoris. Pilar estaba muy cachonda y buscaba mi polla cuando yo vi
que los chavales estaban en el agua, jugando con una pelota no muy
lejos de nosotros.
—Mira
quien se ha metido en el agua también.
Pilar
me agarró la polla con fuerza al ver a los cuatro chicos.
—Estoy
tan cachonda que me los follaba a los cuatro
—¿A
los cuatro a la vez? —le pregunté colando mi dedos dentro de su
coño.
—Sí,
sus cuatro pollas para mí —contestó dejando escapar un gemido.
Era
verdad que Pilar estaba muy cachonda, y yo también. Notaba mis dedos
pringados dentro de su coño y por la manera de agarrarme el rabo,
sentía que deseaba más. Era treméndamente excitante tener a mi
novia ardiendo de deseo en una playa llena de gente, quería llenarla
con mi rabo duro o mejor todavía, darle lo que ella deseaba.
—¡Oh!
—exclamó cuando saqué mis dedos de su coño rápidamente —.¿Por
qué paras?
—Me
voy a jugar a la pelota con tus amigos —le respodí mientras me
alejaba de ella.
Vi
como Pilar venía mientras yo me acercaba a los chicos que estaban
jugando a pasarse la pelota intentanto que no cayera al agua. Cuando
les pregunté si podiamos jugar me miraron y acto seguido los cuatro
miraron a Pilar que se acercaba por detrás. Todos nos quedamos
contemplando como Pilar se acercaba hacia nosotros, su precioso
cuerpo mojado y resplandeciente, sus tetitas apuntando al frente y
para mi grata sorpresa la braga del bikini azul claro que, empapada
por el agua y sus jugos, se pegaba a su piel y marcaba la raja de su
coño. No era exagerado pero dejaba intuir perfectamente su forma y
su completa depilación.
—¿Jugamos?
—preguntó, con una sonrisa que la hacía mucho más bonita y
deseable todavía.
Nos
pusimos a jugar, a pasarnos la pelota unos a otros, aunque la verdad
es que la mayoría de los balones iban dirección a Pilar, ya que a
los chicos, aunque intentaban disimular, se les notaba que
disfrutaban viendo a Pilar en movimiento, su coño marcado y sus
tetas botando cuando se estiraba y se agachaba para llegar a los
intencionados malos pases.
El
agua nos llegaba por encima de la rodillas, a Pilar un poquito por
debajo de su entrepierna, lo que hacía que la única prenda de ropa
que llevaba se le mojara continuamente con los chapoteos y no se le
despegara. Yo observaba la escena e intervenía en el juego sabiendo
que no solo los chicos, sino todo el mundo que estaba cerca podía
ver el fantástico cuerpo de Pilar que no dejaba prácticamente nada
a la imaginación y me encantaba. Me gustaba tanto que quería más.
Cuando la pelota llegó a mis manos, la agarré en lugar de pasarla y
propuse cambiar de juego, grupos de tres y robos de balón. Como
estábamos poco cubiertos los chicos intentaban robar la pelota sin
acercarse mucho a Pilar, así que cada vez que podía tiraba el balón
más hacia dentro para que poco a poco nos fuera cubriendo más. Como
imaginaba, una vez estuvimos lo suficientemente cubiertos, el acoso a
Pilar se hacía más constante, yo le pasaba la bola a mi noavia cada
vez que podía y ellos se acercaban cada vez más, el ambiente se iba
calentando y al final ya se tiraban encima de ella, metiendo sus
manos por todos lados intentando quitarle la pelota a Pilar, que en
lugar de pasarla la mantenía haciéndose la tonta y dejándose
tocar. Cuando era Pilar la que tenía que robar, los chicos tampoco
la pasaban y aprovechaban para rozarse con ella, que se acercaba y
metía las manos por debajo de agua, les restregaba las tetas por la
espalda e incluso alguna que otra vez por la cara de alguno de ellos.
En un momento que Pilar quedó frente a mí, nos miramos y nos
besamos. Estábamos calientes y cansados de tanto jugar.
—Chicos,
vamos a fumarnos un cigarro —dijo Pilar.
—Vale,
nosotros también vamos a salir —contestó uno de ellos.
Pilar
y yo nos fuimos cogidos de la mano hacia nuestras toallas, seguidos
por detrás de los cuatro chicos que aprovechaban para mirarle el
culo. Yo tenía la polla bastante dura, pero nadie parecía prestar
atención al bulto de mi entrepierna, ya que todos los que nos
miraban dirigían su vista a Pilar, a sus tetas y a su coño marcado.
Nos
sentamos en las toallas, yo me sequé las manos y cogí el tabaco y
Pilar cogió su bronceador. Empecé a preparar el cigarro
tranquilamente mientras Pilar extendía la crema por su piernas
mirando a nuestros compañeros de juegos aproximarse a sus toallas.
—¿Les
decimos que se pongan aquí con nosotros?
—Vale
—respondió haciéndoles un gesto para que se vinieran a nuestro
lado.
Ellos
acomodaron sus tollas, dos al lado de Pilar y como los otros dos ya
no cabían se pusieron delante nuestro, mientras ella acababa de
aplicarse la crema de las piernas.
—¿Me
echas en la espalda cariño? —me preguntó.
—Ahora
no puedo, amor. Estoy haciendo el cigarro.
—Yo
te la pongo si quieres —dijo el más avispado de los cuatro amigos,
justo el que se había sentado a su lado, antes de que yo pudiera
añadir nada más.
Pilar
me miró y yo asentí. Le tendió el bote, se sentó mirándome a mí
y dándole la espalda al chico. Yo acabé el cigarro y le pedí fuego
a uno de ellos, para que no se notara la mentira de antes, lo encendí
y se lo pasé a mi novia. Le cogí la mano, acariciándosela, y la
miraba fumar mientras recibía las caricias de otras manos en su
espalda. Ella hizo un gesto con su mirada hacia abajo, a su coño,
dándome a entender que lo tenía empapado, que estaba tan excitada
como yo.
—Ya
está —dijo el chico cuando acabó de extender la crema.
—Gracias,
guapo —le agradeció sonriendo—. Me llamo Pilar, que no nos hemos
presentado.
—Yo
Iván —respondió el que le había echado la crema, dándole dos
besos
—Diego
—deje yo tendiéndole la mano a Iván, viendo como la mano de Pilar
se apoyaba en la pierna de éste, rozándole el bulto que se marcaba
en su bañador, mientras se acercaba a saludar al siguiente.
—Álex
—dijo el siguiente mientras mi novia le besaba y le ponía las
tetitas muy cerca a Iván.
Pilar
se puso a cuatro patas para llegar a saludar a los dos chicos que
teníamos en frente, Pedro y Sergio, mientras nos ofrecía a mí y a
Iván una vista impresionante de su trasero.
Todos
estábamos bastante cachondos, pero la playa estaba muy concurrida y
no podíamos hacer nada, estuvimos hablando, riendo y conociéndonos
hasta que llegó la hora de irnos a comer. Intercambiamos nuestros
teléfonos con la intención de quedar otro día, ya que eran muy
simpáticos. Pilar tenía ganas de caldear el ambiente y se levantó
para despedirse de ellos antes de vestirse, lo que los chicos
aprovecharon para acercarse con disimulo y rozar lo que podían. Des
pués se vistió no sin antes regalarles la visión de su culo en
pompa cuando se agachó a coger su vestido para ponérselo. Yo me
despedí de ellos, cogimos nuestras cosas y nos marchamos cogidos de
la mano, con Pilar marcando sus pezones duritos en la tela del
vestido.
—Qué
ganas de correrme tengo —admitió Pilar al montarse en el coche.
—Yo
también, ¿te lo has pasado bien?
—Mucho.
Pero me has dejado a medias con la paja que has empezado y estaba muy
cachonda. Estoy muy cachonda —corrigió apretando su coño por
encima del vestido.
—Termínatela
mientras conduzco —le propuse mientras salía a la carretera.
Pilar
levantó un poco su culo para quitarse el bikini, subió uno de sus
pies el salpicadero y empezó a tocarse.
—Como
te chorrea —le dije poco después al escuchar el ruido que hacía
al meterse los dedos.
—Sí
—¿Estás
pensando en ellos?
—Sí
—contestó sin poder parar de tocarse de gemir
—¿Quieres
sus pollas?
—Mmmm...
sí
—¿Han
aprovechado para tocarte cuando estábamos jugando? —quise saber.
—¡Oh,
sí! —exclamó.
—¿Los
cuatro?
—Sí,
todos me han tocado las tetitas. Iván me ha pellizcado los pezones
—dijo mientras llevaba su otra mano a sus tetitas
—¿Y
tú has tocado?
—Sí,
les he tocado las pollas a todos. Aaaah, aaah... y Pedro e Iván me
han tocado el chochito mientras.
—¿Quien
la tenía más grande? —pregunté con mi polla reventándome en el
bañador.
—Mmmm...
Iván —dijo poniendo sus dos piernas en el salpicadero mientras se
metía tres dedos y se acariciaba el clítoris.
—¿Cómo
esta? —pregunté liberando mi rabo.
—Oooh,
sí. Más o menos — me respondió agarrándomela y pajeándome
mientras ella se daba con fuerza, cada vez más rápido —. Me a
gustado cuando Iván me acariciaba la espalda delante tuyo.
—Ufff...
amí también. Quiero ver más veces como te tocan. Quiero verte
follar con otro delante mío.
—Ooooh,
sí. Quiero que me follen delante tuyo — dijo mientras se corría.
Al
notar sus sacudidas yo también empecé a correrme, soltando mi leche
que caía en la mano de Pilar y en mi bañador mientras ella soltaba
sus últimos jadeos y yo intentaba mantener el coche en linea recta
por la carretera.