miércoles, 1 de abril de 2015

El inicio de la lujuria - Aventurax 3.2

Me desperté por la mañana al escuchar el aviso del mensaje en mi móvil. Eran las nueve.
Voy a montarme ahora en su coche, que sepas que me voy a pasar su pollón por todo el cuerpo para que después me beses y me lamas. Te quiero, cornudito.
Me has despertado y me la has puesto durísima con tu mensaje. Estoy desnudo en la cama agarrándome la polla.
Yo también voy a estar desnudita dentro de poco y agarrando una polla.
Ufff! Quiero tenerte ya aquí para poder limpiarte con mi lengua.
Me masajeaba la polla mirando el móvil, esperando su respuesta. Cómo la vez anterior esa mezcla de incertidumbre, excitación y celos me tenía completamente cachondo. Intentaba acariciarme suave para no correrme pero unas palabras rondaban por mi cabeza. Desnudita, agarrando una polla, pasando su pollón por mi cuerpo... Sin darme cuenta acabé pajeándome con fuerza y corriéndome sobre mi pecho. Después de limpiarme fui a desayunar y a darme una ducha fría para bajar la creciente excitación, pero ni si quiera la temperatura del agua conseguía enfriar mi mente calenturienta. Estaba en la ducha con el rabo erecto como un mástil.
No se me baja la polla pensando que otro tío está disfrutando de tu cuerpo. Te amo!

Sobre las doce del medio día, mientras intentaba ver una película aunque le prestaba más atención a mi virilidad, el móvil volvió a sonar.
Estoy en el baño haciendo pis y me veo en el espejo las tetitas llenas de leche.
¿Quieres que te las limpie?
Sí, quiero ver tu boca chupándomelas y que luego me eches tú tu corrida. Aguántate si puedes para que te salga mucha leche.
Ya me he corrido una vez, pero intentaré aguantarme. ¿Lo estás pasando bien?
Mucho. Me vuelvo a que me folle otra vez y ahora le diré que se corra por todo mi chochito para que me lo limpies también. Te quiero, cornudito.
Oh! Qué putita estás hecha. Me encanta. ¿Te lo estás follando sin condón?

A las cuatro y media recibí un nuevo mensaje.
Voy de camino a casa, en una media hora llego. ¿Quedamos a las cinco allí?
Vale, mi amor. Me visto y voy a buscarte.

A las cinco menos diez paré el motor y encendí un cigarrillo.
Ya estoy en tu calle.
Hasta las cinco y veinte no recibí una respuesta.
Ya llego, me he entretenido despidiéndome.
¿Y eso? —pregunté, imaginando que tipo de despedida había tenido para retrasarse tanto.
Ahora lo sabrás :)
¿Donde estás?
Llegando a la esquina, voy andando. Le he dicho que me dejara antes para no cruzarnos contigo.
Al poco, a través del retrovisor, la vi aparecer al final de la calle. Puse el coche en marcha y fui a buscarla.

¡Joder! —exclamé al notar el sabor en su boca.
Le acabo de comer la polla para despedirme —dijo sonriendo —. ¿Te gusta cómo sabe mi boquita?
Como respuesta volví a besarla mientras le cogí la mano y se la puse en mi entrepierna para que comprobara la dureza.
¿Se ha corrido en tu boca?
Sí —asintió mientras apretaba su mano y echaba su saliva en mi boca para que notara más sabor —. Mis padres no están, vamos a casa y me limpias toda.
Cuando entré en su cuarto me desnudé por completo. La polla me dolía aprisionada en los pantalones y quería liberarla.
Me encanta cuando la tienes así de dura —dijo estirándome de ella para que me acercara y besarme de nuevo.
Notaba mi glande totalmente empapado mientras besaba la boca de mi novia con el sabor a la polla y al semen de su ex. Me separé un poco de ella para poder quitarle el sensual vestido veraniego. Contemplé su figura, las rojeces en su cuerpo y unas manchas blancas y resecas por su pecho. Me acerqué a ella y le quité el sujetador mientras la besaba de nuevo. Me separé para contemplar como algunas lineas y formas, sin duda los restos de una de las corridas de Ángel, cruzaban las tetitas de mi novia. Me incliné para metérmelas en la boca y dejárselas limpias. El sabor apenas se notaba, pero era excitante pasar la lengua por los restos resecos del semen, oliendo el aroma a polla que emanaba el cuerpo de Pilar. Cuando sus tetitas estuvieron limpias fui bajando hasta quedar arrodillado a la altura de sus braguitas. Eran blancas, con un borde negro y estaban mojadas.
Cuéntamelo todo —le pedí mientras ponía mi cara entre sus piernas, respiraba hondo para llenarme del olor y dejaba que el charco de sus bragas me empapara.
Cuando estábamos en el coche —empezó a contarme mientras se movía restregando su coño por mi cara —, me ha preguntado si quería hacer algo y le he dicho que no, que fuéramos directos al apartamento para aprovechar el tiempo.
¿Y qué te ha dicho?
Se ha reído y me ha dicho que era tan putita como siempre.
¿Y lo eres?
Más que antes —confesó, mientras le bajaba las bragas y su coño pringado como nunca antes lo había visto aparecía ante mi vista. Por la parte de arriba tenía restos de semen parecidos a los que había limpiado en sus tetitas y por la parte de abajo todo estaba humedo, los dos jugos se habían mezclado y despedían un fuerte olor que me excitaba.
¡Cómo lo tienes! —exclamé quitándole las bragas por completo y dejándolas en la cama para poder verlas.
Al llegar al apartamento nos hemos sentado en el sofá a bebernos un zumo —siguió contándome mientras mi lengua empezaba a acariciar y saborear el sabor mezclado del semen y los jugos de su coño —pero antes de acabárnoslo ya nos estábamos liando. Me besaba y metía la mano por debajo del vestido. Yo he abierto las piernas para que pudiera tocarme bien y él apretaba mis bragas mojaditas hacia dentro de mi chochito. Luego le he pedido que me quitara las bragas, me las a quitado y me ha metido dos dedos dentro. Cuando estaba muy mojadita los a sacado y se los ha lamido y después se ha puesto en el suelo, me ha levantado las piernas y me ha comido el coño. ¿Te gusta como me sabe con su leche?
Sí, mucho. Y me encanta como huele. Túmbate y abre ahora también las piernas para que pueda comértelo bien.
¿Así? —preguntó alzando y cogiéndose las piernas, dejando su coño empapado totalmente expuesto para mí.
Sí, putita —respondí antes de lanzarme con avidez a comérselo —. Sigue contándome.
Pues me estaban entrando muchas ganas de correrme porque me gustaba mucho como me lo comía, pero no me ha dejado. Ha parado y me ha dicho que me pusiera a cuatro patas, yo me he girado mientras él se ponía un condón...
¿No te lo has follado sin al final? —la interrumpí.
Ah... no he acabado de contarte —dijo dejándome con la incertidumbre y mas cachondo todavía.
Entonces se ha puesto el condón y ha empezado a metérmela. No le ha costado mucho porque estaba bien mojada —siguió contándome mientras yo disfrutaba de su relato y saboreaba su chochito —. Me daba mucha caña y me sentía llena pero le pedía más. Estaba muy cachonda y notaba de nuevo las ganas de correrme y entonces le he dicho que parara y que se sentara en el sofá que me lo quería follar yo. Al sacarla me ha dejado vacía y completamente abierta, pero rápido me he sentado encima suyo y me he metido su pollón hasta el fondo. Me he quitado el vestido y el sujetador para quedarme desnuda delante de él. Los dos teníamos el cuerpo sudado y nos hemos restregado el uno contra el otro mezclando nuestro sudor. Yo ya no he podido aguantar más notando mis tetitas resbalando por su pecho y he empezado a correrme botando sobre su polla. Después de correrme he visto que él también tenía ganas, así que me he salido y me he puesto de cuclillas delante de su polla. Notaba mi chochito abierto y goteando mientras le quitaba el condón y me llebaba su rabo duro a la boca. Me la he tragado todo lo que podía hasta que me ha dicho que se corría y le he pedido que se corriera en mis tetitas. Él se ha levantado y yo me he puesto de rodillas mientras se pajeaba delante mio, a la altura de mi cara y al poco ha empezado a darme toda su leche, yo he cogido mis tetitas, juntándolas para que cayera todo en ellas y me las llenara bien y luego tú pudieras limpiármelas como lo has hecho, cornudito.
Oír la confirmación de que le había limpiado sus tetitas corridas hizo subir en mí toda la leche acumulada. Aunque apenas me había tocado, escucharla y comerle y olerle el coño me habían puesto a mil.
¿Quieres mi leche ahora? —le pregunté mientras me levantaba y acercaba mi polla a su cuerpo.
Sí, dame tu leche, cornudito.
Toma mi leche, putita —exclamé mientras empezaba a soltar los chorros.
¡Joder! —exclamó Pilar al ver que no paraba de salirme semen —, me la has guardado.
Sí, mi amor. Toda para ti —dije soltando al fin las últimas gotas —. ¿Después ha sido cuando me has enviado el mensaje? —le pregunté mientras cogía papel para limpiarla.
Sí. ¿Te ha gustado que te escribiera?
Mucho —le dije besándola.
Pilar se levantó, fue a la cocina y trajo algo de beber y merendar. Después de merendar nos tumbamos en su cama y poco a poco ella fue acusando el cansancio de madrugar y de la sesión de sexo que había tenido, por lo que se quedó dormida en mi pecho. Yo por supuesto tenía ganas de más y quería saber todo lo que había sucedido, pero entendía que mi novia necesitara descansar después de haberse pasado toda la mañana follando. Empecé a tocarme la polla suavemente mientras la contemplaba y acariciaba su espalda. Me encantaba lo que veía, una chica preciosa a la que amaba, que me hacía cornudo follándose a su ex y eso en lugar de molestarme, hacía que la quisiera más. En esos pensamientos estaba sumido cuando Pilar se despertó y me vio tocándome.
¿Quieres que te cuente lo que hemos hecho cuando he salido del baño? —dijo quitando mi mano de mi miembro para cogerlo con la suya.
Me encantaría.
He salido del baño sin limpiarme las tetitas. Me he dejado su corrida para que se secara, como ya has visto. No estaba en el salón así que he ido a su cuarto y he visto que estaba recogiendo unas cosas. Le he preguntado si ya teníamos que irnos y me ha contestado que hasta después de comer no se iría, que si me quería quedar y le he dicho que sí. Me he sentado en su cama, desnuda y me he quedado mirando su cuerpo también desnudo. Me gusta ver su polla colgando y moviéndose de un lado a otro porque aunque no la tenga dura ya se le ve gorda. Me gusta tanto su polla que me estaba mojando viéndola y he empezado a tocarme. Me he acordado que me dijiste que podía follármelo sin condón y me han entrado muchas ganas.
Con esa confesión mi polla ya se puso en todo su explendor, a lo que Pilar respondió apretándola con más fuerza.
Cuando se ha girado me ha visto tocándome y le he dicho que me encantaba su pollón, que quería notarlo bien dentro de mí. Él se la ha cogido y mientras se la meneaba y se la ponía dura me ha preguntado si la quería. Yo le he dicho que sí y he abierto la boca a lo que ha respondido acercándose y dándomela para chupársela. Cuando se la estaba mamando ha visto que tenía las tetitas manchadas y me ha preguntado que si no me había limpiado y le he respondido que no, que te iba a hacer chupármelas así.
¿Eso le has dicho? —le pregunté extrañado, pero no menos excitado
Sí, estaba tan cachonda que no pensaba lo que hacía. Y a él le ha gustado tanto que me ha dicho que quería follarme, que iba a buscar los condones para metérmela pero yo le he dicho que no, que estaba muy cachonda y quería notarla bien dentro mio, que contigo lo hacía sin condón y quería probarlo con él ya que nunca le había dejado metérmela a pelo. Me ha preguntado si estaba segura y le he dicho que sí, que me la metiera ya, que quería notar el contacto de su piel dentro de mí. Se ha puesto encima mio y ha empezado a jugar con su capullo en mi clítoris y a abrirme poco a poco. Notaba su polla entrando dentro de mi chochito, notaba su calor, su piel, sus venas...
Yo no pude más y también me tumbé encima de ella mentiéndole mi polla mientras me contaba como notaba la polla de Ángel, sin condón dentro suyo.
Al tenerla tan gorda, sentía como se rozaba por todo el interior de mi coñito y no he podido evitar correrme gozando de su tacto. Al notar como incrementaba el ritmo le he dicho que tuviera cuidado, que se corriera por todo mi coño. Él tampoco ha aguantado mucho follándome a pelo y poco después la ha sacado y se la ha pajeado fuerte —dijo mientras empezaba a estremecerse y correrse recordando lo que había hecho. Justo después de correrse me sacó la polla, se puso encima mio y empezó a pajearme con fuerza mientras seguía relatándome su aventura—. Me ha preguntado si también te iba ha hacer comerme el coño manchado de su leche, le he dicho que sí y se ha puesto tan cachondo que se la ha salido toda la corrida disparada —me dijo mientras cogía sus bragas todavía húmedas de la cama y me las ponía en la cara sin dejar de masturbarme —. Me ha gustado follármelo sin condón y notar después su leche caliente cayéndome por el chochito —me decía mientras yo olía sus braguitas y notaba mi leche caliente recorriendo mi polla.
Estaba extasiado y agotado cuando Pilar me quitó sus bragas de la cara y me besó.

miércoles, 25 de marzo de 2015

El inicio de la lujuria - Aventurax 3.1

Cuando la dejé en casa de sus padres después de cenar, quedamos en vernos al día siguiente por la tarde, los dos necesitábamos un descanso, para ir un rato a la playa.

He recibido un mensaje de Ángel —dijo al entrar en el coche, antes incluso de darme el beso de saludo.
Mi bañador dejó entrever mi erección. No hacía ni un día que el cabrón se había follado a mi novia y ¿ya la esta reclamando?
¿Ya? —preguntó al ver el considerable bulto entre mis piernas—, si todavía no te he dicho lo que quiere.
Me lo puedo imaginar —le dije sonriendo—. ¿Qué te ha dicho? —le pregunté mientras ponía primera y me encaminaba hacia la playa.
Que mañana se vuelve a Madrid después de comer y estará un temporada sin venir, que si quedamos por la mañana para despedirnos.
¿Y qué le has dicho?
Todavía nada. ¿Qué te parece?
Ya sabes que a mí me parece bien. Siempre que tú quieras, claro.
Hombre... si va a estar una temporada sin venir estaría bien despedirse.
A mi novia le estaba empezando a gustar mucho volver a follarse a su ex. Cada vez la veía más suelta y disfrutando de la situación y a mí me encantaba.
Pues queda, mi amor. Así tendrás la oportunidad de follártelo a pelo.
¿Estás seguro de eso?
Claro, si te apetece hazlo, seguro que disfrutas mucho más. Pero tened mucho cuidado —advertí.
Sí cariño. ¿Luego quedaremos tú y yo?
Claro, cuando él te deje en casa quedamos y así te pillo calentita.
¿Quieres tenerme recién follada?
Paré el coche en un callejón y le indiqué a Pilar que se viniera al asiento trasero. Le subí un poco el vestido para quitarle las bragas del bikini. Saqué mi polla del bañador y le dije que se subiera.
Sí, quiero desnudarte y ver las marcas en tu cuerpo —le dije mientras se la metía—. Quiero oler tu piel impregnada de su olor. Quiero besarte y probar su sabor. Quiero lamerte el coño recién follado y oliendo todavía a su polla —le contesté mientras me cabalgaba—. Quiero meterte la polla justo después de que él te la meta.
¡Joder! —exclamó—, que cachonda me estás poniendo. ¿Sabes qué me gustaría? —me preguntó acelerando el ritmo.
¿Qué te gustaría, putita? —quise saber, muy excitado.
Que se corriera en mis tetitas y luego tú me las comieras como un buen cornudito —dijo llegando al clímax.
Pues no te las limpies y luego te las limpio yo con mi lengua —le propuse, sacándole la polla y derramándome en su vientre.
Me gusta que estés así de putita —le dije mientras me limpiaba la polla con un pañuelo.
Y a mí que te guste tanto ser mi cornudito —respondió ella limpiándose el coño y los restos de mi semen.

Cuando llegamos a la playa había bastante gente. Pusimos las toallas en un hueco que vimos y dejamos la bolsa. A nuestro lado había una pareja de gays, al otro lado una mujer de unos cuarenta, con otra más mayor, posiblemente su madre y en frente nuestro había un grupo de cuatro chicos de dieciséis, diecisiete años. Yo me quité la camiseta y me agache mientras Pilar se quitaba el vestido, para coger el bote de crema de la bolsa. Cuando levanté la cabeza, flipé. ¡Se había quitado la parte de arriba del bikini! Yo pensaba que al haber tanta gente no se la quitaría y menos habiendo delante nuestro cuatro chavales con las hormonas a flor de piel. Tuve que agacharme rápido para que no se notara que estaba empalmado. Allí estaba ella, de pie con las tetitas al aire delante de aquellos chavales que no le quitaban los ojos de encima.
Pásame la crema —me dijo mientras se sentaba en la toalla.
Yo le pasé el bote y no puede hacer más que observar la escena, mi novia acariciándose el cuerpo, tetitas incluidas, delante de los chavales que flipaban casi tanto como yo. No sabía si ella no se había dado cuenta de la situación o si nos estaba provocando a los cinco sin que nos diéramos cuenta. Los chavales intentaban disimular pero en sus caras se reflejaba el deseo y yo me estaba poniendo tan cachondo que tenía ganas de que se la follaran entre los cuatro.
¿Me hechas en la espalda? —me preguntó sacándome de mis pensamientos lascivos.
Vaya show les has dado —le dije mientras le esparcía la crema por la espalda—. No dejan de mirarte.
¿Y a ti te ha gustado? —preguntó guiñándome el ojo.
Más que a ellos —admití.
Estaba muy cachondo, quería seguir jugando, así que puse un poco de crema por sus piernas para que me sirviera de excusa y poder tocarle el culo. Se la extendí hacia arriba colando mi mano por debajo del bikini, como ella no opuso resistencia deslicé su braguita azul claro, que estrenaba ese día, por entre sus nalgas dejando los dos cachetes al descubierto y seguí esparciendo la crema por su culo blanquito ante la atenta mirada de los chavales. Tenía la polla apunto de reventar y seguro que ellos también. La tentacion de tocarle el coño mientras nos miraban era irresistible, quería apartarle el bikini y meterle los dedos en el coño... Tenía que parar o iba a acabar folléndomela allí mismo.
¿Por qué me pones tan cachondo? —le dije tumbándome a su lado.
Porque me gusta ponerte cachondo, notar tu deseo, ver como crece tu polla y tus ganas de metérmela —respondió acariciando mi brazo—, se me moja el chochito cuando me miras excitado y me entran muchas ganas de que me beses, me acaricies, me lamas...
Para, para —le pedí—, como sigas diciéndome esas cosas me voy a correr.
Haz un cigarro y así te relajas un poquito —me pidió sonriendo.
Me incorporé y cogí la bolsa. Abrí el bolsillo y saqué el tabaco, una boquilla y el papel. Lié el cigarro con calma. Cuando lo tuve acabado lo puse un mi boca, recogí el tabaco y el papel y los metí de nuevo en la bolsa. Cogí el mechero, pero al primer contacto con la piedra una idea maliciosa pasó por mi cabeza y no llegué a sacarlo de la bolsa.
Tenemos un pequeño problema —le dije a Pilar volviendo a tumbarme a su lado.
¿Qué pasa?
Me he dejado el mechero —mentí.
Bueno, no pasa nada, hay mucha gente, seguro que puedes pedir uno.
No.
¿No? —preguntó sorprendida.
No.
¿Qué estás pensando? —preguntó al verme sonriendo.
Quiero que se lo pidas tú a los chavales.
Ahora no me voy a poner el bikini para ir a pedirles fuego, cariño.
Mejor —admití.
¿Qué? ¿Quieres que vaya a pedirles fuego con las tetas al aire?
Sí —contesté con mi polla creciendo.
Nononono
Venga, va —dije pasándole el cigarro.
Que no, locazo.
Bueno, pues aquí te lo dejo para cuando quieras —le dije dejando el cigarro a su lado y tumbándome al Sol.
Pasado un rato, el calor ya se me hacía insoportable y le dije a Pilar que me iba al agua. Ella se quedó tumbada tomando el Sol y yo me fui caminando por la ardiente arena hasta la orilla. El agua estaba perfecta, así que me zambullí sin demora y estube un rato nadando. Cuando ya me disponía a salir, vi como Pilar se levantaba. Yo todavía estaba lejos y di unas brazadas hacia la orilla, ya que pensaba que mi novia se dirigía al agua, pero mi sorpresa fue tremenda cuando vi que se acercaba al grupo de chavales y se arrodillaba. La polla se me salía del bañador al verla allí agachada, sonriendo, con las tetas descubiertas pidiendo fuego. No pude evitarlo, la excitación fue más fuerte que yo y no pude controlar mi mano, me agarré la polla y empecé a masturbarme viendo como Pilar se levantaba, se despedía, volvía a su toalla mostrándoles el movimiento de su culo y se sentaba y fumaba tranquilamente mientras los chicos seguían mirándola. No tardé nada en soltar mi corrida en el agua del mar.
Les he pedido fuego —dijo sonriéndome, mientras me sentaba en mi toalla.
Ya lo he visto.
¿Y te ha gustado?
Tanto que he tenido que correrme.
Ella sonrió, me besó y volvió tumbarse boca arriba. Yo fumaba tranquilo, relajado después de correme, mirando las preciosas piernas de mi novia.
¿Has acabado de fumar? —, me preguntó incorporándose.
Todavía queda un poco —, respondí pasándole el cigarro mientras contemplaba su piel brillante por el sudor.
Tengo calor —dijo después de pegar una calada y devolvérmelo —¿te vienes al agua?
Me acabo esto y vamos.
Allí te espero —dijo levantándose.
Aspiré una nueva bocanada de humo mientras observaba el movimiento del culo de Pilar. Los chicos de en frente la seguían con la mirada y ella les sonrió mientras se dirigía, con su cuerpo sudoroso y casi totalmente desnudo, a refrescarse en el agua de la playa.
Desde mi posición podía ver a Pilar zambulléndose en el agua y escuchar levemente a los chicos hablar entre ellos de lo buena que estaba mi novia. Acabé de fumar y me levante para irme con ella. Los chicos me miraron al pasar a su lado y yo los saludé con una inclinación de cabeza. Me metí en el agua y nadé para llegar hasta Pilar. Cuando llegué a ella la abracé por detrás, el agua nos llegaba a la altura del pecho por lo que aproveché para acariciarle las tetitas, que al ser más bajita que yo, estaban totalmente cubiertas por el agua.
Tienes a los chicos ardiendo —le dije mientras le daba la vuelta para poder besarla.
La que está ardiendo soy yo —me contestó antes de besarme ardientemente.
¿Y eso por qué?
Me he puesto muy cachonda viendo como me miraban las tetitas cuando les he pedido fuego.
¿Si? —pregunté sonriéndole.
Sí, notaba como se me mojaba el cochito.
Mmmm... —exclamé con la polla dura mientras colaba mi mano por dentro del bikini de Pilar lo más disimuladamente que podía.
Ella se acercó más a mi cuerpo y empezó a besarme y moverse para rozar su coño, mojado del agua de la playa y de sus jugos, contra mis dedos. Se movía lentamente para no llamar la atención mientras yo hacía movimientos circulares con mis dedos para estimular su clítoris. Pilar estaba muy cachonda y buscaba mi polla cuando yo vi que los chavales estaban en el agua, jugando con una pelota no muy lejos de nosotros.
Mira quien se ha metido en el agua también.
Pilar me agarró la polla con fuerza al ver a los cuatro chicos.
Estoy tan cachonda que me los follaba a los cuatro
¿A los cuatro a la vez? —le pregunté colando mi dedos dentro de su coño.
Sí, sus cuatro pollas para mí —contestó dejando escapar un gemido.
Era verdad que Pilar estaba muy cachonda, y yo también. Notaba mis dedos pringados dentro de su coño y por la manera de agarrarme el rabo, sentía que deseaba más. Era treméndamente excitante tener a mi novia ardiendo de deseo en una playa llena de gente, quería llenarla con mi rabo duro o mejor todavía, darle lo que ella deseaba.
¡Oh! —exclamó cuando saqué mis dedos de su coño rápidamente —.¿Por qué paras?
Me voy a jugar a la pelota con tus amigos —le respodí mientras me alejaba de ella.
Vi como Pilar venía mientras yo me acercaba a los chicos que estaban jugando a pasarse la pelota intentanto que no cayera al agua. Cuando les pregunté si podiamos jugar me miraron y acto seguido los cuatro miraron a Pilar que se acercaba por detrás. Todos nos quedamos contemplando como Pilar se acercaba hacia nosotros, su precioso cuerpo mojado y resplandeciente, sus tetitas apuntando al frente y para mi grata sorpresa la braga del bikini azul claro que, empapada por el agua y sus jugos, se pegaba a su piel y marcaba la raja de su coño. No era exagerado pero dejaba intuir perfectamente su forma y su completa depilación.
¿Jugamos? —preguntó, con una sonrisa que la hacía mucho más bonita y deseable todavía.
Nos pusimos a jugar, a pasarnos la pelota unos a otros, aunque la verdad es que la mayoría de los balones iban dirección a Pilar, ya que a los chicos, aunque intentaban disimular, se les notaba que disfrutaban viendo a Pilar en movimiento, su coño marcado y sus tetas botando cuando se estiraba y se agachaba para llegar a los intencionados malos pases.
El agua nos llegaba por encima de la rodillas, a Pilar un poquito por debajo de su entrepierna, lo que hacía que la única prenda de ropa que llevaba se le mojara continuamente con los chapoteos y no se le despegara. Yo observaba la escena e intervenía en el juego sabiendo que no solo los chicos, sino todo el mundo que estaba cerca podía ver el fantástico cuerpo de Pilar que no dejaba prácticamente nada a la imaginación y me encantaba. Me gustaba tanto que quería más. Cuando la pelota llegó a mis manos, la agarré en lugar de pasarla y propuse cambiar de juego, grupos de tres y robos de balón. Como estábamos poco cubiertos los chicos intentaban robar la pelota sin acercarse mucho a Pilar, así que cada vez que podía tiraba el balón más hacia dentro para que poco a poco nos fuera cubriendo más. Como imaginaba, una vez estuvimos lo suficientemente cubiertos, el acoso a Pilar se hacía más constante, yo le pasaba la bola a mi noavia cada vez que podía y ellos se acercaban cada vez más, el ambiente se iba calentando y al final ya se tiraban encima de ella, metiendo sus manos por todos lados intentando quitarle la pelota a Pilar, que en lugar de pasarla la mantenía haciéndose la tonta y dejándose tocar. Cuando era Pilar la que tenía que robar, los chicos tampoco la pasaban y aprovechaban para rozarse con ella, que se acercaba y metía las manos por debajo de agua, les restregaba las tetas por la espalda e incluso alguna que otra vez por la cara de alguno de ellos. En un momento que Pilar quedó frente a mí, nos miramos y nos besamos. Estábamos calientes y cansados de tanto jugar.
Chicos, vamos a fumarnos un cigarro —dijo Pilar.
Vale, nosotros también vamos a salir —contestó uno de ellos.
Pilar y yo nos fuimos cogidos de la mano hacia nuestras toallas, seguidos por detrás de los cuatro chicos que aprovechaban para mirarle el culo. Yo tenía la polla bastante dura, pero nadie parecía prestar atención al bulto de mi entrepierna, ya que todos los que nos miraban dirigían su vista a Pilar, a sus tetas y a su coño marcado.
Nos sentamos en las toallas, yo me sequé las manos y cogí el tabaco y Pilar cogió su bronceador. Empecé a preparar el cigarro tranquilamente mientras Pilar extendía la crema por su piernas mirando a nuestros compañeros de juegos aproximarse a sus toallas.
¿Les decimos que se pongan aquí con nosotros?
Vale —respondió haciéndoles un gesto para que se vinieran a nuestro lado.
Ellos acomodaron sus tollas, dos al lado de Pilar y como los otros dos ya no cabían se pusieron delante nuestro, mientras ella acababa de aplicarse la crema de las piernas.
¿Me echas en la espalda cariño? —me preguntó.
Ahora no puedo, amor. Estoy haciendo el cigarro.
Yo te la pongo si quieres —dijo el más avispado de los cuatro amigos, justo el que se había sentado a su lado, antes de que yo pudiera añadir nada más.
Pilar me miró y yo asentí. Le tendió el bote, se sentó mirándome a mí y dándole la espalda al chico. Yo acabé el cigarro y le pedí fuego a uno de ellos, para que no se notara la mentira de antes, lo encendí y se lo pasé a mi novia. Le cogí la mano, acariciándosela, y la miraba fumar mientras recibía las caricias de otras manos en su espalda. Ella hizo un gesto con su mirada hacia abajo, a su coño, dándome a entender que lo tenía empapado, que estaba tan excitada como yo.
Ya está —dijo el chico cuando acabó de extender la crema.
Gracias, guapo —le agradeció sonriendo—. Me llamo Pilar, que no nos hemos presentado.
Yo Iván —respondió el que le había echado la crema, dándole dos besos
Diego —deje yo tendiéndole la mano a Iván, viendo como la mano de Pilar se apoyaba en la pierna de éste, rozándole el bulto que se marcaba en su bañador, mientras se acercaba a saludar al siguiente.
Álex —dijo el siguiente mientras mi novia le besaba y le ponía las tetitas muy cerca a Iván.
Pilar se puso a cuatro patas para llegar a saludar a los dos chicos que teníamos en frente, Pedro y Sergio, mientras nos ofrecía a mí y a Iván una vista impresionante de su trasero.
Todos estábamos bastante cachondos, pero la playa estaba muy concurrida y no podíamos hacer nada, estuvimos hablando, riendo y conociéndonos hasta que llegó la hora de irnos a comer. Intercambiamos nuestros teléfonos con la intención de quedar otro día, ya que eran muy simpáticos. Pilar tenía ganas de caldear el ambiente y se levantó para despedirse de ellos antes de vestirse, lo que los chicos aprovecharon para acercarse con disimulo y rozar lo que podían. Des pués se vistió no sin antes regalarles la visión de su culo en pompa cuando se agachó a coger su vestido para ponérselo. Yo me despedí de ellos, cogimos nuestras cosas y nos marchamos cogidos de la mano, con Pilar marcando sus pezones duritos en la tela del vestido.
Qué ganas de correrme tengo —admitió Pilar al montarse en el coche.
Yo también, ¿te lo has pasado bien?
Mucho. Pero me has dejado a medias con la paja que has empezado y estaba muy cachonda. Estoy muy cachonda —corrigió apretando su coño por encima del vestido.
Termínatela mientras conduzco —le propuse mientras salía a la carretera.
Pilar levantó un poco su culo para quitarse el bikini, subió uno de sus pies el salpicadero y empezó a tocarse.
Como te chorrea —le dije poco después al escuchar el ruido que hacía al meterse los dedos.
¿Estás pensando en ellos?
Sí —contestó sin poder parar de tocarse de gemir
¿Quieres sus pollas?
Mmmm... sí
¿Han aprovechado para tocarte cuando estábamos jugando? —quise saber.
¡Oh, sí! —exclamó.
¿Los cuatro?
Sí, todos me han tocado las tetitas. Iván me ha pellizcado los pezones —dijo mientras llevaba su otra mano a sus tetitas
¿Y tú has tocado?
Sí, les he tocado las pollas a todos. Aaaah, aaah... y Pedro e Iván me han tocado el chochito mientras.
¿Quien la tenía más grande? —pregunté con mi polla reventándome en el bañador.
Mmmm... Iván —dijo poniendo sus dos piernas en el salpicadero mientras se metía tres dedos y se acariciaba el clítoris.
¿Cómo esta? —pregunté liberando mi rabo.
Oooh, sí. Más o menos — me respondió agarrándomela y pajeándome mientras ella se daba con fuerza, cada vez más rápido —. Me a gustado cuando Iván me acariciaba la espalda delante tuyo.
Ufff... amí también. Quiero ver más veces como te tocan. Quiero verte follar con otro delante mío.
Ooooh, sí. Quiero que me follen delante tuyo — dijo mientras se corría.
Al notar sus sacudidas yo también empecé a correrme, soltando mi leche que caía en la mano de Pilar y en mi bañador mientras ella soltaba sus últimos jadeos y yo intentaba mantener el coche en linea recta por la carretera.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El inicio de la lujuria - Aventurax 2.2

Cariño, despierta —me decía suavemente al oído. Después del polvo nos habíamos quedado dormidos—. He quedado con las chicas a las nueve para ir a cenar y después a la disco.
Vale —respondí desperezándome.
Nos vestimos y la llevé a su casa, a unos diez minutos en coche de la mía. Por el camino no hablamos, cada uno iba sumido en sus pensamientos.
Disfruta esta noche —le dije al llegar al destino.
Cariño, te quiero por encima de todas las cosas. Te amo. Si quieres puedo cancelarlo y me quedo contigo.
Cada día que pasa te quiero más —le conteste sonriéndole con amor—. Disfruta esta noche.
La observé caminar hacia su casa después de darle un beso de despedida y pensaba que prácticamente la había empujado a volver a acostarse con su ex. Era una locura. Pero inevitablemente, me encantaba.

A las diez y media de la noche me llamó por teléfono.
Hola cariño, ¿que haces?
Estoy en el cuarto viendo una peli. ¿Y tú?.
Hemos acabado ahora de cenar y vamos a ir para la disco.
Muy bien. ¿Cómo estás?
Bien, ¿y tú?
Nervioso —admití—, pero muy bien.
¿Sigo con el plan?
Tienes que decidirlo tú. Si te apetece, adelante, pero mañana tienes que contármelo todo.
Vale, amor. Voy a bailar un rato. Ya te informaré.
Ok. Te quiero.
Te quiero.

A los doce menos veinte ya no aguantaba más la incertidumbre y le mandé un sms preguntándole como iba la noche. Estaba deseando saber qué hacía, si había hablado con su ex, si ya estaba con él.
Muy bien, cariño. Estoy todavía con las chicas.
¿Sabes algo?
Sí, hace un cuarto de hora me ha enviado un mensaje, me ha dicho que venía para aquí. Que me hacía una perdida cuando estuviera fuera.
Vale, ¿vas a ir? —pregunté nervioso, con una mezcla de celos y excitación.
Sí —contestó—. Me acaba de llamar, te dejo. Voy para fuera.

No supe más en toda la noche. Estaba excitado, celoso, impaciente, intrigado...No paraba de pensar que estaba con él y quería saber lo que estaban haciendo. Por mi mente pasaban imágenes de Pilar y Ángel besándose, desnudándose, acariciándose, chupándose, ella volviendo a intentar tragarse su pollón, follando... Mi polla cada vez estaba más dura y no podía dejar de tocármela. ¿Estarían en la cama?, ¿en el sofá?, ¿no habrían esperado y se lo habrían montado en el coche?
No pude resistirlo más y a las cuatro y diez de la madrugada, después de correrme un par de veces imaginando imágenes de mi novia con su ex, le escribí un sms.
Hola mi amor. ¿Cómo estás?. ¿Está yendo bien la noche?.
Esperaba con el móvil en la mano y la polla dura de nuevo. Pasó un minuto y no había recibido respuesta. Dos, tres, cinco, diez, treinta. Una hora. Quería llamarla. Dos horas. Una nueva corrida y más ganas de llamarla. Decidí no hacerlo para no molestarla. Tres horas. Cuatro.
A las ocho y media de la mañana, habiendo pasado la noche en vela sin poder dormir y habiéndome corrido cuatro o cinco veces, decidí levantarme y desayunar.
Buenos días, amor. Me cabo de levantar. Voy a pegarme una ducha. ¿Te paso a buscar? —escribí mientras acababa de desayunar y me dirigía al cuarto de baño para darme una ducha y despejarme.
Al salir de la ducha todavía no había recibido ninguna respuesta. Volví al cuarto cada vez más nervioso. ¿Le habría pasado algo?. Encendí un cigarrillo y aspiré con fuerza para relajarme. Seguía fumando, contemplando el humo flotando en la habitación cuando el sonido de mi móvil me sobresaltó.
Buenos días, mi amor. Todo ha ido muy bien. Ángel acaba de dejarme en casa. Estoy agotada. Voy a darme una ducha y acostarme un rato. Quedamos mejor por la tarde. ¿Me recoges a las cinco y vamos a tu casa?. Te quiero muchísimo.

Los minutos no pasaban, cada segundo se me hacía una eternidad esperando que fuera la hora de ir a buscar a Pilar. Aunque solo tenía diez minutos de camino, a las cuatro y media ya no pude esperar más y salí. Estaba deseando verla, besarla. Impaciente porque me contara lo que había pasado. Llegué a la puerta de su casa, aparqué, encendí un cigarro y volví a esperar. Cuando acabé de fumar cogí el móvil y le escribí.
Estoy abajo.
Vale, ahora bajo :x —contestó.
La vi salir por la puerta y acercarse a mí con una gran sonrisa. Llevaba un pantalón corto tejano y una camiseta de tirantes blanca. El pelo largo y castaño atado en una cola. Estaba preciosa.
Hola, cariño —dijo abriendo la puerta del coche y entrando.
Hola, guapísima —respondí mientras se acercaba a besarme.
Te quiero muchísimo, muchísimo —dijo después de darme un beso que casi me deja sin respiración.
Y yo a ti —respondí recuperando el aire—. ¿Cómo te fue?
Ufff... genial —contestó con cara de placer y felicidad—. ¿Y a ti?
Nervioso y muy cachondo.
¿Te pajeaste?
Sí, cuatro o cinco veces.
¿En serio?
Sí, estaba muy cachondo.
¿Y te queda algo para mí? —preguntó apretándome la entrepierna mientras me besaba de nuevo.
Siempre hay para ti.
Pues llévame a tu casa que te voy a agradecer que seas el mejor novio del mundo.

Nada más cerrar la puerta de mi cuarto, me abalancé sobre Pilar para besarla.
Mmmm... ¿me has echado de menos? —preguntó mientras me la llevaba hacia la cama.
Sí. ¿Y tú?
Un poquito
¿Solo un poquito?
Ángel no me ha dejado mucho tiempo para echarte de menos, cariño.
¿Y eso?
Me a tenido toda la noche ocupada.
Cuenta. Cuéntamelo todo —le pedí mientras mi boca recorría su cuello, cosa que le encantaba.
Pues cuando te dije que me iba, me despedí de las chicas, les dije que me habías venido a buscar, que tus padres estaban fuera y teníamos la casa para nosotros solos y salí —empezó a contarme mientras seguía besando su cuello y deslizaba mi mano por debajo de su camiseta —salí y lo vi fuera con el coche de su padre —seguía relatándome mientras mi mano se deslizaba hacia arriba, desde su vientre hacia sus pechos—. Entré en el coche, lo saludé y le pregunté qué le apetecía hacer. Me propuso ir al apartamento a tomar algo allí tranquilos y yo le dije que vale. Le pregunté que desde cuando tenía carné —continuó mientras le subía la camiseta y metía mi mano por dentro de su sujetador—. Me dijo que desde hacía tres meses, que se había comprado un coche y que lo tenía en Madrid, por eso su padre le dejaba aquí el suyo. Yo le pregunté si ya se había follado a su novia en el coche y me dijo que sí mientras puso su mano en mi pierna y empezó a subirme el vestidito mientras me acariciaba.
¿Que vestido llevabas? —le pregunté mientras sacaba una de sus tetas del sujetador y empezaba a chuparla.
El de lunares con la espalda descubierta que te gusta tanto.
¿Sin sujetador?
Claro —respondió apretando mi cabeza contra su teta para que me la metiera toda en la boca.
¿Qué más?
Siguió acariciándome hacia arriba y mientras metía un dedo por debajo de mi tanga buscando mi rajita me preguntó que si quería que volviera a follarme en el coche —explicó mientras le desabrochaba el sujetador para dejar libre sus tetitas y poder chuparlas bien.
¿Qué le dijiste? —pregunté amasándole y chupándole los pechos.
Que mejor fuéramos al apartamento, que estaríamos más cómodos —respondió gimiendo de gusto por los mordisquitos que le daba en los pezones.
¿Qué hizo?
Sonrió y siguió buscando mi rajita. Me acariciaba con dos dedos por fuera.
¿Te gustaba? —pregunté mientras acababa de quitarle la camiseta y el sujetador dejando su torso desnudo.
Sí, mucho. Empecé a mojarme y entonces metió sus dedos un poco por dentro. Luego los sacó y se los llevó a la boca. Me dijo que tenía el coño tan jugoso y dulce como siempre y que seguro que a ti también te encantaba comérmelo.
Claro que me encanta comértelo, ¿quieres que lo haga? —le pregunté ya bajando mi boca lentamente por su vientre mientras desabrochaba el botón del pantalón.
Sí cariño, cómeme el chochito —pidió con deseo.
¿Qué pasó después? —pregunté incorporándome y bajándole los pantalones.
Me dijo que había una cosa que todavía no había hecho en el coche y que le gustaría hacer.
¿El qué? —inquirí mientras me acercaba a morderle el coño por encima de las braguitas.
Que se la mamaran mientras conducía y me pidió que lo hiciera, así se nos hacía el viaje más corto, que todavía nos quedaba una media hora.
¿Lo hiciste? —quise saber.
Sí. Ya sabes que me gusta mucho su polla y me había puesto caliente tocándome —contestó mientras yo le quitaba las bragas, le abría las piernas y aspiraba el aroma de su sexo—. Además me dijiste que tenía que seguir practicando hasta que me la pudiera meter entera en la boca —continuó mientras mi lengua daba las primeras caricias y los bellos de su piel se erizaban.
Paré un segundo para desnudarme y volví rápidamente a poner mi cara entre sus piernas, le succionaba el clítoris y mientras, empecé a meterle dos dedos cada vez más rápido. Tenía de nuevo la polla durísima, disfrutando escuchando a mi novia relatarme como había vuelto a estar con su ex.
Le dije que se la sacara, soltó una mano del volante y se desabrochó el pantalón, se bajo un poco el calzoncillo y yo metí mi mano dentro para ayudarle a sacársela. Le masturbé un poco para ponérsela bien dura y empecé lamiendo el capullo, rodeándole con mis labios hasta que noté su mano en mi cabeza empujándome hacia abajo para que me la metiera.
¿Qué hiciste?
Le dejé que apretara hasta que ya no me cabía más. Me faltaron solo dos dedos para conseguirlo. Me la saqué babeando y le dije que tuviera cuidado con la carretera. Me dijo que sí, que siguiera chupándosela, que pararía en un descampado que había cerca porque quería correrse en mi boca.
¿Le dejaste?
Sí, volví a metérmela hasta que llegamos al descampado. Cuando paró el coche, me puse a cuatro patitas en el asiento para estar más cómoda y volví a la faena. El aprovechó para subirme el vestido dejando mi culito con el tanga al aire, me lo acarició y después metió los dedos por el tanga buscado de nuevo mi chochito. Me metió dos dedos con fuerza y un instante después noté como me agarraba fuerte por dentro mientras descargaba en mi boca.
¿Te la tragaste?
Sí, pero no toda porque soltó mucha leche. Tragué una poca y el restó se me salió de la boca cayéndole en los huevos y los calzoncillos —respondió mientras le introducía la lengua.
¿Qué pasó después?
Me preguntó si quería correrme yo también, pero le dije que no estaba tranquila allí, que nos podía ver alguien y prefería que nos fuéramos al apartamento.
Dí unos últimos lametones a su rosadito clítoris para despedirme por el momento. Me tumbé encima de ella introduciéndole mi rabo duro, con la imagen en mi cabeza de su boquita chorreando semen. Empecé a besarle los labios, con mi polla completamente quieta dentro de ella, porque si me movía me corría. Ella abrió su boca ofreciéndome su lengua. Estuvimos un rato así, yo dentro de ella, besándola y dejándome besar mientras me seguía contando.
Llegamos al apartamento y yo me fui al balcón, siempre me gustaba salir cuando iba porque se ve la playa. El vino un poco después con un cubata para cada uno y estuvimos un rato allí tranquilos, bebiendo y contemplando el paisaje. Cuando percibí que tenía su mirada clavada en mí le pregunté qué miraba y me dijo que a mí, que estaba guapísima, que ojalá no hubiera tenido que irse a Madrid a estudiar, que le encantaba follar conmigo. Yo le dí las gracias y le dije que a veces la vida te llevaba por un camino que no te gustaba del todo, pero que mirara la parte positiva, que él estaba en Madrid estudiando lo que le gustaba y tenía nuevas amistades y hasta una novia y que a mí también mi iba bien aquí estudiando y estando contigo y que además no podía decir que habían dejado de follar. El se rió y me dijo que eso era verdad y que porqué lo había hecho y yo le dije que por los viejos tiempos, que él siempre sería mi primer novio, con el que había perdido la virginidad y que siempre sería una persona especial para mí. Me dijo que yo también era especial para él y me preguntó qué pasaría si tú te enterabas de que te había puesto los cuernos y le mentí diciendo que no lo sabía, que intentaríamos que no te enteraras.
Qué mala. ¿No quieres que se entere de que te dejo ponerme los cuernos?
No, es nuestro secreto. Tú eres un cornudito solo para mí.
Cornudito. Me había llamado cornudito. Era la primera vez que me llamaba así y me encantó. Escuchar esa palabra dirigida a mí fue un placer indescriptible.
Vuelve a llamarme así —le pedí.
¿Cornudito?. ¿Te gusta que te llame cornudito?
Escuchar su dulce boca susurrándome al oído cornudito, no solo me gustaba sino que era un placer mucho más grande y excitante. Era la confirmación de que era una putita. Fue un momento extraño y mágico, porque el confirmarla como puta, para mí la reafirmaba como mujer. En lugar de querer usar su cuerpo y follármela duro como a la puta que era, quería acariciarla y hacerle el amor. Sentía que quería quererla más. Amarla más. Deseaba que fuera puta para Ángel y mi mujer para mí.
Sí, me gusta mucho —respondí comenzando un movimiento lento pero intenso dentro de ella—. Quiero ser tu cornudito toda la vida. Te amo.
Mmmm... si... Te amo, cornudito.
Sigue contándome, por favor —supliqué.
Pues cuando le dije que intentaríamos que no te enteraras el se acercó a mi para besarme el cuello y acariciar mi espalda por la parte descubierta de mi vestido. Ya sabes que me gusta que me den besitos por el cuello —yo continuaba metiéndosela con amor mientras me dirigía también a su cuello—, y antes ya me había puesto cachonda comiéndole la polla, así que no tardé en calentarme. Me giré para besarle y el aprovechó para apretarme contra la barandilla, meter su mano por debajo del vestido y tocarme el culo. Mientras seguíamos besándonos yo bajé mi mano y le toqué el paquete por encima del pantalón, ya lo tenía duro y él me subió el vestido por la cintura y me agarró el culo fuerte con las dos manos. Empezó a bajar su boca de nuevo por mi cuello, fue hacia mi escote y cuando estaba muy cerca de las tetitas se paró y me quitó el vestido por completo. Lo hizo tan rápido que parecía que me lo había robado sin que me diera cuenta y en un momento me dejó casi desnuda, con las tetitas al aire en el balcón, solo tapada con el tanguita negro.
¿Y qué hiciste? —pregunté siguiendo con mi movimiento suave y acariciando su cuerpo.
Le dije que fuéramos dentro, que en el balcón nos podían ver y él me cogió las tetas y me las chupó con deseo, haciéndome mojar mucho el tanga, y luego me llevó de la mano al sofá. Me dijo que me sentara con las piernas bien abiertas, que quería volver a tener en la boca el sabor de mi chochito dulce. Así que me senté y dejé que me quitara el tanga. En vez de tirarlo por ahí, se lo guardó en el bolsillo del pantalón y me dijo que lo quería de recuerdo.
¿Se lo distes?
Sí, le dije que vale, que se lo regalaba mientras abría mis piernas mucho y me acariciaba el chochito. El se quitó la camiseta y rápido se arrodilló para chupármelo todo. No tardé ni un minuto en correrme y cuando se levantó tenía la barbita impregnada de mis jugos. Me había corrido pero tenía ganas de más y le pedí que me metiera su pollón. El cogió un condón del bolsillo, acabó de desnudarse dejándome ver su enorme polla mientras se lo ponía, se acercó, me subió las piernas abiertas y sin ningún esfuerzo me la clavó de golpe.
¿No te hizo daño?
No, porque estaba bien lubricada, pero aun así solté un grito al notar mi chochito tan abierto y lleno tan rápidamente. Él sonrió y me preguntó si me gustaba y yo le dije que sí y que quería más. Empezó a metérmela fuerte y le pedí más. Aumentó el ritmo y volví a pedirle más. Me estaba dando con todas sus fuerzas y me encantaba. Estaba subiendo a las nubes. Me agarraba las tetitas mirando su cuerpo, tan duro como su polla. Estaba cachonda perdida y le dije que me pusiera a cuatro patas y me follara así de fuerte. Quería que me reventara. Me dió la vuelta rápido con sus brazos fuertes, puse el culo en pompa para dejarle entrar bien, el separó mis nalgas con sus manos y me metió el rabo muy fuerte y muy profundo. Tan profundo que notaba la punta de su polla partiéndome el estómago y tan fuerte que mis tetitas no paraban de moverse. Al poco rato empecé a chillar y a correrme de gusto mientras me daba —dijo mientras comenzaba a estremecerse. Mi novia se estaba corriendo con mi polla dentro pero recordando la de Ángel—. Cuando dejé de retorcerme me sacó la polla que aun me estaba metiendo, pero ya suavemente. Me giré exhausta, quedándome tirada en el sofá, sin poder cerrar las piernas, con el chochito abierto y rojito por las embestidas y vi como se quitaba el condón y me lo enseñaba. Estaba lleno de leche, me dijo que no había podido aguantar mis chillidos y se había corrido conmigo.
Aunque no había acelerado el ritmo, la intensidad con la que estaba amando a Pilar, hacía rato que me tenía al límite. Se la saqué, me arrodillé en la cama frente a ella y me masturbé, dejando caer un par de chorros, poca cantidad debido a las corridas de la noche anterior, en su vientre.
Te has exprimido bien esta noche, ¿eh, cornudito?.
Sí —admití, tumbándome a su lado.
Estábamos tumbados desnudos uno frente a otro. Yo miraba a mi novia completamente enamorado, le apartaba el pelo de la cara y le acariciaba la mejilla, la nariz, la frente, la barbilla, los labios.
¿Qué hicisteis después?
Él se fue a la cocina a tirar el condón a la basura y a preparar algo de beber. Yo me quedé en el sofá relajada. Cuando volvía al sofá lo vi venir con un cubata en cada mano y la polla colgando y le dije que la tenía muy bonita. Me preguntó si la tenía más grande que tú y le dije que un poquito más grande pero sobretodo más gorda. Se sentó a mi lado satisfecho y estuvimos hablando y bebiendo un rato. Luego empezamos a recordar cuando salíamos juntos y me traía al apartamento a follar. Yo noté que me ponía caliente y me subí encima de él y le besé. Me agarró las tetas y empezó a pellizcarme los pezones mientras yo restregaba mi chochito contra su polla que rápidamente se puso dura de nuevo.
Mi polla también se estaba activando de nuevo. Ella lo notó y bajó su mano para acariciármela mientras yo recorría con mis dedos su espalda y su culo.
Yo me estaba mojando mucho y quería metérmela, le pregunté donde tenía condones y me dijo que debajo de la mesa. Me bajé, los cogí, me arrodillé frente a su rabo, le di un lametón, le puse el condón, me subí encima de nuevo, la cogí la polla, la guié hasta mi entrada y dejé caer mi cuerpo metiéndomela entera. El gimió y sus manos me agarraron el culo, pero yo se las cogí y las puse por encima de su cabeza y sin dejar de agarrárselas empecé a mover mi culo arriba y abajo cada vez más fuerte. Me gustaba llevar el ritmo, tener el control y no paré hasta que me entraron ganas de correrme, que fue cuando me levanté y prácticamente me senté en su cara obligándole a comerme el coño mientras me corría. Sentí como explotaba pasándoselo por la cara. Mi cuerpo pesaba después de correrme así que me senté de nuevo encima suyo y le besé saboreando mis propios jugos.
¿Te gustó tu sabor?
Sí —contestó mientras me pajeaba.
Yo volvía a disfrutar mientras su mano me masturbaba al mismo tiempo que me explicaba sus hazañas. Le acariciaba el cuerpo entero, la espalda, el culo, las piernas, el vientre, las tetas... Pero cuando intenté llegar a su entrepierna me pidió que no lo hiciera.
Déjame descansar un poquito, ya lo tengo dolorido de tanto usarlo.
Vale —acepté, mucho más excitado todavía tras aquella confesión—. ¿Hubo más? —pregunté mientras me dejaba masturbar.
Sí. Tenía ganas de más polla. Le dije que me llevara a la cama y me hiciese suya. Él me cogió y me llevó a la habitación. Me tumbó en la cama y se puso encima mio. Me besó. Me acarició las tetas y después las besó mientras bajaba su mano. Me metió dos dedos. Los sacó pringaditos, me los pasó por los labios y me besó para limpiarme. Lo hizo dos o tres veces más y la última mientras me besaba se acomodó y empezó a metérmela despacio. Estuvo un ratito metiéndomela suave, hasta que le dije que para hacer el amor ya tenía a mi novio y que me diera caña.
Eso me encantó. Me gustaba que me tuviera a mí para hacer el amor y a Ángel para follar. Notaba mi miembro durísimo y mi corazón latía a mil por hora.
Él se puso súper cachondo y se incorporó. Me cogió las piernas para subírmelas hasta el pecho, dejando todos mis bajos expuestos y empezó a darme duro. La cama se movía y hacía mucho ruido, seguro que si los vecinos estaban abajo se enteraron de que su vecinito se lo estaba pasando bien, además yo no podía dejar de chillar. De vez en cuando me la sacaba y con el tronco de su polla me daba por fuera y por el clítoris y luego me la volvía a meter fuerte. Cuando la sacaba y me daba por fuera yo deseaba todavía más que me la volviera a meter. Estuvo un rato así jugando conmigo hasta que ya no pudo aguantar más. Se sacó el condón y comenzó a meneársela fuerte. En un momento dado paró, con su capullo completamente sacado y gordo y me lo pasó por el chochito. Me rozaba los labios, me los abría con su polla y continuaba hacia arriba buscando rozarse con mi clítoris. Era la primera vez que su polla me tocaba directamente el coño, antes siempre habíamos utilizado condón.
Esa imagen me hizo estallar, el glande de otra polla rozando el chochito de mi novia sin ninguna barrera fue demasiado para contenerme.
¿Te la metió? —pregunté mientras mi semen caía en sus muslos.
Se rozaba mucho y notaba como me abría y empujaba metiéndome un poco la punta. Me gustaba mucho, nunca lo habíamos hecho y tenía ganas de que me la metiera toda y notar el tacto de su piel dentro de mí, pero en el último momento fui capaz de contenerme y le dije que no me la metiera sin.
¿Te gustaría entonces meterte su polla a pelo?
Hombre... sería algo nuevo. Nunca lo hicimos así cuando éramos novios. Pero no se, eso es mucho, ¿no?
No, hazlo —dije sin pensar—. Si confías en él hazlo. Yo soy tu novio y tu cornudo y quiero que puedas disfrutar de su polla sin tener una goma por el medio.
¿Estás seguro, mi amor?
Segurísimo. Si yo hubiera sido tu primer novio me habría gustado meterme en ti directamente. Seguro que lo deseáis los dos. Lo deseamos los tres. Sigue contándome lo que pasó, cariño.
Pues como no le dejé metérmela sin condón, volvió a pajearse delante mio, se la meneaba con las dos manos fuerte. No pude aguantar y bajé mis deditos para masturbarme yo también. Me corrí mientras un par de chorros de semen salieron fuertemente disparados hasta mis tetas y el resto, ya con menos intensidad, me caía en la barriga y en la mano que tenía todavía encima del coño.
¡Joder!. Veo que te lo has pasado muy bien —exclamé contento.
Sí. Y todavía hay más.
¿Más? —pregunté sorprendido?
Sí —respondió sonriendo y atrayéndome para besarme.
Cuéntamelo —pedí.
¿Ya?. ¿No quieres esperar?
No, quiero saberlo ya, se está haciendo tarde y dentro de un rato llegarán mis padres.
Pues cuando se corrió se levanto y trajo papel para limpiarnos, se tumbó en la cama y nos quedamos dormidos, serían casi las siete de la mañana habíamos follado mucho y fuerte y necesitábamos recuperar energía. Me desperté porque noté algo mojado en los labios, abrí los ojos y vi el pollón de Ángel totalmente duro delante de mi cara. Se había despertado y se estaba tocando y pasándome el capullo por los labios. No me resistí mucho, abrí la boca y más que mamársela dejé que me la fuera metiendo. Primero lo hizo suave, pero al final acabó follándome la boca. Me la metía rápido y profundo. Casi tan profundo que podía notar sus huevos muy cerca de mi boca. No me dejaba tiempo para respirar y ni siquiera podía tragarme la saliva, así que empecé a babear, la saliva se me salía por las comisuras y estaba dejando su polla empapada. Nunca había hecho eso. Era una sensación como si me estuviera usando, como si fuera una puta y pudiera hacer conmigo lo que quisiera y tengo que admitir que me encantó. Me metí los dedos fuerte en el chochito mientras me la tragaba. No me dejó tocarme mucho porque me dijo que me pusiera a cuatro patas para poder follarme bien la boca. Cuando me puse me la metió en la boca y me cogió de la cabeza para poder follármela a saco.
No lo podía creer, pero mi polla estaba dura de nuevo. La tenía dolorida de tanto meneo pero no pude resistir la tentación de cogérmela.
Yo babeaba mucho por arriba y por abajo —continuó mirando como me tocaba—. Mi saliva resbalaba por mi boca y su polla. Mi coñito goteaba por todo el flujo que tenía. Me temblaba el cuerpo. Me estaba corriendo mientras me estaban follando la boca como un puta. Me apretó la cabeza con fuerza contra él mientras me corría y después me la sacó de golpe. Me dijo que me quedara así, se bajó de la cama y se puso detrás mio. Apoyó su polla dura en mi culo y le oí abrir el cajón de la mesita de noche. Sacó otro condón, se lo puso y me la metió. Me agarró del culo con las dos manos mientras me la metía y me separo las nalgas. Estaba a cuatro patas totalmente abierta para él. Yo arqueé mi espalda y puse el culo más en pompa para quedar todavía más expuesta. Lo oía resoplar y aumentar el ritmo. Estaba apunto de correrse. Me dio unas embestidas más y la sacó, se sacó el condón rápido, noté que lo dejaba en mi espalda y poco después su leche caliente caía en mi culo. Se dejó caer a mi lado en la cama, le bese y le dije que fuéramos a almorzar algo y me llevara a casa, que si no cuando quedara contigo todavía iba a tener el chochito hinchado. Mientras él estaba en la cocina preparando algo yo me limpié el culo y fui al balcón a a buscar el vestido que habíamos dejado allí tirado por la noche. Tuve que salir completamente desnuda y a la luz del sol. No se si alguien me vio. Cogí el vestido, me lo puse en el comedor y me dirigí a la cocina donde Ángel estaba desnudo acabando de preparar unas tostadas. Me quedé en la puerta mirándole el culo. Cuando se giró y me vio vestida puso cara de decepción, yo sabía que era porque pensaba que también me habría puesto el tanga, así que me levante el vestido por delante y le enseñé el chochito volviéndole a decir que se lo regalaba, cosa que le devolvió la alegría a la cara. Estábamos hambrientos por toda la actividad así que desayunamos, yo fui al baño mientras el se vestía y después me llevó a casa. Cuando llegamos me dijo que había sido una noche perfecta y que ojalá la repitiéramos. Yo le dí un beso y me fui. Cuando entré en casa eran las nueve y media pasadas. Estaba cansadísima y con el cuerpo pegajoso. Te escribí el mensaje, me duché y me acosté.
¿Vas a repetir?
No lo se, mi amor. Ya se verá. ¿Quieres acabar? —me preguntó mirando mi polla-.
Si, me gustaría que bajaras —respondí—, pero chúpamela suave, que a mi también me duele ya.
Ella bajó y pasó su lengua despacio. Empezando por los huevos y subiendo lentamente hasta mi glande. Me besó la punta, pasó su lengua, se la metió despacio. Estuvo así hasta que un par de gotitas, ya no me quedaba más leche, salieron por la raja de mi capullo, ella las recogió con su lengua y se las tragó.
¿Te ha gustado mi aventura?
Me ha encantado —respondí mientras nos levantábamos para vestirnos e irnos a cenar fuera—. Espero que tengas muchas más.

miércoles, 11 de marzo de 2015

El inicio de la lujuria. Aventurax 2.1

Desde que me contó su primera aventura nuestra relación cambió. En estos casos, la relación suele ir a peor y se rompe o deciden darse una oportunidad, en la que siempre queda algo en el interior y nunca vuelve a ser lo mismo. Nosotros tuvimos suerte. No solo no empeoró nuestra relación, sino que la mejoró y muchísimo. Adquirimos más confianza, nos volvimos más abiertos con nuestros pensamientos, nos comunicábamos más, adquirimos una nueva confidencialidad. Nos ayudó a conocernos más y eso hizo que nuestro amor incrementara. Yo le preguntaba cosas sobre su vida amorosa anterior. Quería conocerlo todo de ella. Cuando hacíamos el amor le preguntaba y ella me contaba con detalles como había follado con Ángel, su único novio antes que yo. Nos poníamos a mil mientras me contaba como la besaba, como la tocaba, como la chupaba, como la follaba... Me gustaba que me contara, mientras se la metía con fuerza, que se ponía muy cachonda llenándose la boca entera con la mitad del pollón de Ángel.
Algún día lo conseguirás, putita —le decía aumentando el ritmo.
¿Quieres que me la meta entera, cariño? —me preguntaba entre gemidos.
¡Si!. Quiero que sigas practicando hasta que te la tragues toda.
Ella se ponía muy caliente y yo más todavía. Me explicaba, mientras me besaba, que a Ángel le encantaba que se la comiera hasta que se corría en su boca y que ella, como ya era una guarrilla, cuando follaban y Ángel le decía que se corría, se sacaba la polla de su encharcado chochito, le quitaba el condón, se la metía en la boca todo lo que podía y se tragaba toda la leche. A mí me encantaba besarla sabiendo que su ex se había corrido allí cientos de veces y me ponía tanto que no aguantaba más y mi corrida salía disparada llenándole el cuerpo.
Echábamos unos polvazos...
A veces me preguntaba si a mí no me apetecería acostarme con otra y yo siempre le respondía con toda sinceridad, que me ponía tan caliente con lo que me contaba, que mi deseo era que ella follara con otros. Ya no me interesaba ninguna otra mujer. Solo ella. Quería que me amara solo a mí pero deseaba que volviera a follar con Ángel.

El día de su segunda aventura, fue un viernes y fuimos a la playa. La pasé a buscar con mi coche por casa de sus padres sobre las diez de la mañana. Cuando llegamos, extendimos las toallas y se sacó el vestido veraniego que llevaba. Me quedé contemplando lo preciosa que estaba con su bikini nuevo. Nos sentamos, sacó el bote de crema, me dijo que le diera por la espalda y yo aproveché para masajearle la espalda, bajando un poquito por su culo. Después pasé a sus piernas. Le dije que se diera la vuelta para continuar por la parte delantera de sus piernas, subí por su ingle, su barriga completamente lisa, seguí subiendo hasta su pecho e introduje disimuladamente un dedo por su bikini para tocarle el pezón.
Ssssh, nos van a ver —me dijo abriendo los ojos y sonriendo.
Buuuffff... —resoplé— no puedo evitarlo, estás buenísima. Me estoy poniendo muy caliente con tanta cremita, voy a darme un baño.
Me levanté y ella me dijo que la esperara, que venía conmigo. Fuimos cogidos de la mano hacia la orilla.
¡Oh, está helada! —se quejó.
Vamos, no seas cobarde —la incité soltándome de su mano y corriendo hacia dentro.
Corrí unos metros y me zambullí en el agua, que estaba un poco fría a decir verdad. Saqué la cabeza y la vi todavía en la orilla, dudosa, por lo que mentí y le hice una señal indicándole que viniera, que en esa zona el agua estaba perfecta. Insistí, al momento empezó a correr y el tiempo pareció ralentizarse permitiéndome disfrutar a cámara lenta de la visión de mi preciosa novia corriendo hacia dentro, con sus tetitas botando dentro de la parte de arriba de su bikini. El tiempo recuperó su velocidad normal mientras se zambullía y al instante salía frente a mí la más bonita de las sirenas, con su cabello mojado pegado a la cara, el agua del mar recorriendo su piel y dos puntos marcadísimos en la tela de su bikini. Mi miembro creció al instante y fui corriendo a abrazarla. Ella se enganchó a mí como un koala, los brazos agarrados a mi cuello, sus piernas envolviendo mi cintura, su cuerpo tembloroso pegado a mí, clavando sus pezones, duros como piedras, en mi torso.
¡Madre mía! —exclamé en su oído—, tienes los pezones muy duros.
Está helada, mentiroso —dijo, poniendo cara de enfadada.
Le sonreí y la besé apretándola contra mí.
Tú también tienes algo duro por ahí abajo, ¿no? —dijo sonriendo.
Volvió a besarme, deslizando su mano entre los dos, bajando hacia mi polla. La agarró, la apretó con fuerza.
No te animes, que hay mucha gente —dijo soltándome y volviendo a zambullirse en el agua alejándose de mí.
La vi salir del agua y dirigirse a la toalla, todavía empalmado. Me quedé un rato en el agua, nadando, mientras bajaba mi erección. Cuando estuve listo, salí del agua y fui a reencontrarme con Pilar. Estaba tumbada boca arriba tomando el sol. Su piel estaba ya casi seca, a excepción de algunas gotas que se resistían a abandonar el placer de posarse en ella. Sus pezones todavía se marcaban levemente, por lo que recordé, sintiendo movimiento en mi entrepierna, que cuando había salido del agua, los que se habían cruzado con ella se los habían visto bien marcados.
¿Ya se te ha pasado? —me preguntó cuando me senté en la toalla.
Se me había pasado —respondí—, pero esas gotitas que quedan en tu cuerpo... quiero lamértelas —le susurré al oído. ¿Por que no nos vamos? —le pregunté mientras ella levantaba un poco su cabeza para ver las gotas sobre su piel.
Es muy pronto todavía, pero te dejo que te bebas esta gotita —dijo provocándome, señalando una de las gotas que había en su vientre, cerca del ombligo.
Yo bajé despacio, disimulando. Miré alrededor y nadie parecía prestarnos demasiada atención. Sólo un hombre, de entre treinta y cinco y cuarenta años, sentado unas toallas más allá junto a su mujer, miraba de vez en cuando a Pilar, pero nada descarado, así que me lancé hacia el vientre de mi novia, para recoger aquella gota reluciente, mientras la miraba a los ojos. Ella me sonrió y dándose la vuelta me dijo que le deshiciera el nudo del bikini para que no le quedaran marcas en la espalda. La obedecí, deshice el nudo, deslicé las tiras y me tumbé a su lado. Contemplaba su espalda desnuda dorándose al Sol, su culo redondo y respingón, su tetita aplastada contra la toalla por el peso de su cuerpo.
¿Que miras? —me preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.
Tu tetita —respondí.
¿Te gusta?
Ya sabes que sí, pero me gustaría verla un poco más.
¿Así? —preguntó, mientras levantaba su cuerpo un poco del lado que yo veía, dejando a su pecho recuperar su forma natural.
Uuufff —susurré mientras estiraba mi cuello para besarla y subía mi mano para acariciar su pezón —me encantan tus tetitas, cuando lleguemos a casa —la de mis padres, que trabajaban todo el día y no llegaban hasta la noche. Todavía no nos habíamos independizado —, me las voy a meter enteritas en la boca.
Mmmm... me encanta que hagas eso. ¿Te gustan mis tetitas blanquitas?
Sí —una idea vino a mi mente de repente—. Pero si no quieres tener marcas en la espalda, ¿porqué quieres tenerlas en las tetas?. ¿No te gustaría tenerlas morenitas también?.
No se, supongo que sí, pero me da vergüenza —confesó tímidamente.
¿Vergüenza por qué?. Las tienes preciosas, firmes. Y es algo natural, muchas chicas hacen topless y no pasa nada.
¿Y a ti no te importa que me puedan ver las tetas tantas personas?
No —respondí rotundamente—. Me encantaría que te dieras la vuelta ahora mismo y te sentases con las tetitas libres al Sol.
La besé de nuevo.
¿Te atreves? —le pregunté sonriendo cariñosamente mientras le tendía la mano para ayudarla a darse la vuelta.
Estás loco —me dijo, devolviéndome la sonrisa mientras aceptaba mi mano y se incorporaba.
Loco por ti —admití contemplando como sus pechos recibían los primeros rayos del Sol.
Tengo que ponerme crema o se me van a quemar —dijo mientras cogía la bolsa y sacaba el bote.
¿Quieres que te eche yo? —pregunté lascivamente.
Nooo —susurró algo sonrojada mientras ponía la crema en sus pequeñas manos—, ¿como vas a sobarme las tetas aquí en medio de tanta gente? —continuó mientras empezaba a extendérsela—. ¡Loco!.
Que visión... Como me ponía ver a mi novia amasándose las tetas en la playa llena de gente. Las tenía embadurnadas y se las frotaba una y otra vez para que la piel de sus pechos absorbiera la crema. Pude ver como el hombre que antes la miraba con disimulo, se había percatado y también estaba disfrutando de la situación, mirando ahora con más atención. A mi eso, lejos de molestarme lo que hizo fue aumentar mi excitación. Me gustaba ver como aquel tío disfrutaba con mi novia, que no se había dado cuenta, tanto como yo. Cuando acabó se tumbó de nuevo dispuesta a tomar el Sol.
¿Cómo estás? —le pregunté.
Muy bien —respondió con una sonrisa—. ¿Y tú?
Cachondo —respondí—, deseando follarte.
Dentro de un ratito —contestó sacándome la lengua y cerrando los ojos.

Me di la vuelta y me puse boca abajo, con la cabeza alzada para tener una buena visión de sus tetas. Tenía ganas de morderlas. En una ocasión pillé a nuestro vecino mirando a Pilar, nuestras miradas se cruzaron, yo le sonreí, indicándole que podía mirar, pero al parecer el hombre se cortó y ya no volvió a mirar hasta que se fueron, una media hora después, cuando aprovechó para echar una última mirada de despedida, como fotografiándola en su mente, seguramente para hacerse una buena paja en casa cuando no estuviera presente su mujer.
Nosotros estuvimos un rato más, relajados tomando el Sol, hasta que Pilar se cansó y me propuso irnos. Yo acepté encantado, ya que tenía ganas de llegar a casa de mis padres para poder disfrutar de su cuerpo. Fuimos a buscar el coche aparcado en un parking cercano, por suerte unas palmeras le daban sombra, así que no lo encontramos ardiendo, como suele pasar en verano. Abrí y mientras Pilar guardaba la bolsa en el maletero, yo arranqué el motor y puse un disco de Extremoduro. El resto del camino lo pasamos cantando junto a Roberto Iniesta.

Cuando llegamos a casa, Pilar fue al balcón a tender las toallas y yo me dirigí a la ducha para quitarme del cuerpo la pegajosa arena de la playa. Poco tiempo después, mientras me enjabonaba vi como mi novia entraba en el cuarto de baño, se quitaba el vestidito playero, la parte de arriba de su bikini, dejándome ver unas tetitas rosaditas por el Sol, luego se desprendió de la braga y se metió en la ducha conmigo. Nos encantaba ducharnos juntos y siempre que disponíamos de una casa libre y teníamos que ducharnos, aprovechábamos para meternos juntos.
Tienes las tetas rojitas —le dije mientras me abrazaba y se acercaba para besarme.
Claro, me ha dado mucho el Sol. ¿Te gustan? —me preguntó después de besarme, aún abrazada a mí.
Mucho —contesté entre besos.
¿Te a gustado que hiciera topless?
Me ha encantado —contesté incrementando la pasión de los besos—. Y no he sido al único al que le ha gustado.
¿Y eso? —preguntó sorprendida.
Un hombre que teníamos cerca te ha pegado un buen repaso —le dije agarrándola de las piernas para que volviera a rodearme como lo había hecho en el mar—. Y ha flipado tanto como yo cuando te has magreado las tetas huntándote la crema. Hoy se hará una buena paja a tu salud.
¿Qué dices? ¡Qué vergüenza! —exclamó.
Ha sido muy excitante —le confesé atraiéndola hacia mí y metiéndole la polla en su chochito abierto gracias a la posición, mientras el agua caía por nuestro cuerpo.
Mmmm... —gimió mientras se la introducía—. ¿Te ha gustado el día de playa entonces, mi amor?
Sí, me ha gustado mucho —afirmé—. Me ha gustado ver tu cuerpecito con el bikini, tus pezones duros dentro del mar marcándose en la tela —le comentaba mientras la agarraba del culo, haciéndola subir y bajar para meter y sacar mi polla—, tus tetitas al aire en la playa llena de gente, tu masaje con la crema mientras aquel tío te miraba —seguía mientras aumentaba el ritmo y ella me escuchaba a la vez que gemía—, saber que se va a correr pensando en ti...
Me corro —tuve que decirle ante la idea de aquel tío meneándose la polla y soltando leche con la visión de las tetas de mi novia.
Córrete en mis tetitas —dijo arrodillándose y estrujándoselas— ya que te han hecho disfrutar tanto.
Empecé a soltar chorros de leche sobre sus tetas y ella se la esparcía como había hecho en la playa con la crema. Mientras mi polla soltaba las últimas gotas se levantó a besarme, yo la empuje contra la pared sin dejar de besarla e introduje mis dedos en su coño mientras el agua caía por mi espalda. Se los metía profundo y los sacaba para jugar con su clítoris húmedo por sus jugos y el agua de la ducha. Poco después empezó a estremecerse, la abracé fuerte, acariciándole suave mientras sus piernas temblaban y se corría en mi mano. Una vez satisfechos ambos, acabamos de ducharnos, preparamos la comida y después de comer nos fuimos a mi habitación y nos tumbamos en la cama, desnudos porque hacía calor.

Cuando llevábamos un rato tumbados tranquilamente en la cama viendo una serie de la tele, el móvil de Pilar emitió un sonido, había recibido un sms. Se incorporó para coger el teléfono y volvió a tumbarse, esta vez boca abajo, para leer el mensaje. Yo la miraba y pude ver que se sonrojaba, no se porque mi mirada bajó hacia sus pechos y pude contemplar que sus pezones se habían puesto duros. Vi que me miraba de reojo.
¿Quién es? —pregunté nervioso.
Ángel.
¿Y qué dice? —pregunté más nervioso aún, notando los latidos de mi corazón.
Que le gustó mucho lo del otro día —respondió con timidez.
¡Joder!. Ángel tenía que poner muy cachonda a mi novia para que con un simple mensaje ya se le pusieran los pezones duros.
¿No le respondes?
No. Yo solo te quiero a ti, cariño —respondió y me besó.
Eso ya lo se, mi amor. Pero ya te dije que si te lo querías follar, podías —le dije con el corazón cada vez latiendo más fuerte.
Ya, pero estábamos cachondos. No...
Ahora también te lo digo —la interrumpí—. Te gusta follar con él, ¿no?.
Sí, pero...
Pero nada —interrumpí de nuevo—. ¿A ti te gustó lo del otro día?.
Sí, claro —admitió.
Pues contéstale, dile que ha ti también te gustó.
¿Seguro?
Sí —confirmé, acercándome a ella para rodearla con mi brazo y besarla.
Cogió el móvil y empezó a teclear. Escribió que a ella también le había gustado. Me miró. Di mi aprobación afirmando con la cabeza y lo envió. No le dio tiempo dejar el móvil cuando ya había recibido su respuesta.
¿Qué dice? —pregunté impaciente, antes incluso de que abriera el mensaje.
Que está por aquí de nuevo y que le gustaría quedar conmigo esta noche.

Ángel se había ido a estudiar a Madrid, por eso lo habían dejado según Pilar, decía que eran demasiado jóvenes para atarse y mantener una relación a distancia. El solía bajar cada cierto tiempo a visitar a su familia y aunque le había contado a Pilar, el día que se la folló, que tenía una novia más o menos formal, siempre bajaba solo.

¿Quieres? —le pregunté.
No se... —dudó—. ¿Tú quieres? —preguntó con cara de niña buena.
Si a ti te apetece meterte su polla —vi como se mordía el labio y se le ponía cara de deseo—, me encantaría que fueras.
¿No te importa?
Me importa si te quedas con las ganas. Deseo tu felicidad y quiero que disfrutes. Pregúntale que te propone.
Eres el mejor novio del mundo —me dijo mientras escribía.
Y tú la chica de mis sueños —le contesté mientras el móvil volvía a sonar.
He bajado porque tengo una cena familiar, pero yo no tardaré mucho en pirarme. Si quieres te paso a buscar por la disco del otro día y nos vamos al apartamento. No me apetece estar por ahí, prefiero estar de relax.
Los padres de Ángel tenían algo de pasta y aparte de un piso en el centro de Barcelona, tenían un apartamento en un pueblo cercano, donde Pilar lo conoció a los dieciséis años.
¿Le digo que sí?
Sí —confirmé.
Envió el mensaje aceptando la invitación.
Vale, guapa. Te llamo cuando salga de la cena para recogerte —recibió como respuesta.
¿Cómo te has puesto, no? —preguntó mirando mi entrepierna.
Yo estaba tan nervioso que ni siquiera me había percatado de la enorme erección, sentía que el corazón se me salía por la boca reseca.
Yo también estoy cachonda —me confesó poniéndose encima mio y metiéndose mi polla en su chochito sin ninguna dificultad.
Se movía de tal manera, tenía el coño tan caliente y yo estaba tan cachondo que no tardé ni dos minutos en decirle que me corría. Me sacó de ella y me masturbó, el primer chorro de leche saltó hacia mi barriga y los siguientes se derramaban entre mi polla y su mano. Cuando me dejó seco, subió hacia arriba, se sentó en mi cara con las piernas abiertas y me hizo comerle el coño. Me encantaba. Estaba muy húmedo, muy dulce, muy caliente. Yo lamía cada vez más rápido hasta que su cuerpo empezó a temblar mientras su coño me llenaba la boca. Todavía se quedó un rato en esa posición, mientras yo lamia suave, acariciándole con la lengua sus labios vaginales. Después bajo. Me besó. Acomodó su cabeza en mi pecho. La abracé...

Continuara...